El paisaje colombiano está lleno de matices. Hay extensas llanuras, tres cordilleras, misteriosas selvas, mesetas cubiertas de niebla, nevados que expulsan fuego, y pequeñas poblaciones perdidas en el mapa, de muy difícil acceso. Todos estos territorios son sobrevolados día y noche por la Aviación Policial colombiana. Esta especialidad, con más de 50 años de experiencia, es uno de los soportes fundamentales de la Policía Nacional. Está encargada de servir a la sociedad, proteger vidas y bienes, y garantizar los derechos de las personas. Hoy realiza más de 24 misiones aéreas de diferente naturaleza. Este destacamento aéreo apoya la lucha frontal contra el narcotráfico en dos frentes principales: la erradicación de cultivos ilícitos y la interdicción e incautación de cargamentos de narcóticos. Pero también sirve de refuerzo a los operativos de alto valor llevados a cabo por las diferentes direcciones de la Policía Nacional, sin dejar de lado el transporte de ayuda humanitaria y vuelos institucionales para el mejoramiento de la calidad de vida de los policiales que laboran en regiones apartadas del territorio nacional. Lea también: Encuentro Internacional de Aviación Policial Colombia 2018 La tarea de iniciar la Aviación Policial no fue fácil. “Al principio teníamos pocas aeronaves que eran piloteadas por oficiales de otras instituciones armadas o, incluso, del sector privado. No contábamos con una infraestructura propia y nuestros pioneros tuvieron que superar adversidades y dificultades; pero nunca perdieron el norte”, señala el brigadier general Luis Enrique Méndez Reina, jefe de Aviación de la Policía Nacional de Colombia. Hoy el panorama es diferente. La Policía Nacional cuenta con una aviación fortalecida con más de 142 aeronaves que son tripuladas por más de 2.000 oficiales, suboficiales y técnicos de sus filas. Todos ellos formados en la Escuela de Aviación Policial, ubicada en Mariquita, Tolima, en donde la disciplina, profesionalismo y un exigente programa académico son principios fundamentales. Allí también se entrenan algunos pilotos del Ejército Nacional y la Armada Nacional, así como personal extranjero de países como México, Panamá, Ecuador y Perú, entre otros. Algunos de los aviones que componen la flotilla policial son el ATR 42, dotado de modernos equipos de navegación, que le permiten cumplir todo tipo de misiones. El Beechcraft 200 colabora con más de 21 entidades del Estado y permite capturar datos de inteligencia aérea en tiempo real. El DC-3 y el helicóptero Black Hawk, son otras aeronaves insignia de la institución. Además, esta fuerza cuenta con las bases aéreas fijas de Guaymaral, Bogotá, Santa Marta, Tuluá y Mariquita, y con cinco bases aéreas móviles en Tumaco, Nariño; San José del Guaviare; Necoclí, en el Urabá antioqueño; Condoto, en Chocó; y Caucasia, en el bajo Cauca antioqueño. Estas le permiten a la institución tener una reacción oportuna, eficaz e inmediata. “No hay rincón del país o pista en la que no aterricemos. Somos una aviación integral”, agrega la mayor Carol Díaz, piloto con 13 años de experiencia. A la fecha, la Aviación Policial está cerca de alcanzar el millón de horas de vuelo certificadas y ha transportado más de 55.000 toneladas de carga y más de dos millones de pasajeros. Por eso es considerada la aviación insignia en América Latina y una de las más grandes a nivel mundial, gracias a su preparación y profesionalismo en la construcción de un mejor país. <p><a href="https://www.semana.com/seccion/contenidos-editoriales/el-tiempo-vuela/518" target="_blank"><img src="https://cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/semana/D3PVDEYM7RCPLITJY4VHCBOTYA.jpg" alt="" width="1366" height="148" /></a></p>