El 17 de abril de 2007 Colombia ingresó formalmente a la ‘Era Espacial’. Un grupo de investigadores y estudiantes de la Escuela de Ciencias Exactas e Ingeniería, de la Universidad Sergio Arboleda, desarrollaron el Satélite Libertad 1, tipo Cubesat, que fue enviado al espacio, a una altura superior de 500 kilómetros. Su objetivo principal era emitir datos telemétricos sobre su funcionamiento, la temperatura en sus paredes exteriores y la corriente de sus circuitos y, también, estableció su posición respecto al Sol y a la Tierra. Gracias a lo anterior se verificaron todos los diseños para futuras misiones. Hoy, 12 años después, el Libertad 1 aún continúa girando alrededor de la Tierra a una velocidad aproximada de 7,4 kilómetros por segundo y le toma 90 minutos girar sobre todo su eje. Aunque actualmente no transmite información porque sus baterías se agotaron, su trabajo sirvió para realizar tres artículos y dos tesis de grado, tres presentaciones internacionales, dos cursos de diseño de pequeños satélites y varias conferencias a nivel nacional e internacional. Ahora, desde 2011, estamos desarrollando la misión Libertad 2, que tiene como objetivo tomar imágenes desde el espacio, que serán de gran utilidad para entidades nacionales como el Ideam o el Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Este proyecto propició la instalación de estaciones terrenas para continuar con la recepción de señales e imágenes de varios satélites, como el Facsat 1, contratado y puesto en órbita a finales de 2018 por la Fuerza Aérea Colombiana. Lea también: ¿Cuántos satélites hay orbitando la Tierra y cómo es posible que no choquen? Hoy, gracias a la información que nos brindan los satélites de otras naciones y las agencias espaciales, tenemos muchos datos que permiten tomar decisiones adecuadas y desarrollar proyectos en variados campos: telemedicina, agricultura, educación, geología, navegación satelital, o en las áreas de defensa y seguridad. Gracias a estas tecnologías podemos proyectar escenarios de acción para el progreso sostenible de cualquier ciudad o región, con el desarrollo de la investigación aplicada en temas como el crecimiento urbano, metodologías para la detección de cambios de coberturas e infraestructura de datos espaciales. Desde 2006 el país ha trabajado en la conformación de un Instituto Espacial, y esta será la base de una Comisión Colombiana del Espacio, que ya hace parte de una nueva agenda de trabajo para 2019, que incluye la aprobación de una Política de Desarrollo Espacial. Eso nos permitiría cumplir con la agenda del desarrollo sostenible (ODS) que se ha planteado a nivel mundial y que, a través de los conocimientos geográfico, espacial, territorial y ambiental para la buena industria, busca potenciar la innovación y la infraestructura, la producción y el consumo responsables, las acciones por el mejoramiento del clima y hasta por la paz y justicia. Colombia cuenta con un gran talento humano. Cientos de brillantes compatriotas laboran en variadas agencias espaciales mundiales, en compañías proveedoras de servicios satelitales y también en ingeniería y desarrollo. La tecnología está aquí. Es momento de estudiar, adaptar y redefinir nuestras prioridades. Tal vez no tengamos aún los laboratorios más adecuados, pero sí las necesidades que permitirán continuar luchando contra frases desgastadas como “no hay recursos”, o “es mucho dinero para nosotros”, o “toma demasiado tiempo”. Los países vecinos lo están logrando con menores capacidades y están sacando provecho de esa apuesta. Como un acto de soberanía, Colombia debería observarse mejor y comunicarse utilizando la ciencia y tecnología espacial. Esto nos ayudará a conocernos y a proyectarnos como un país más creíble para su gente.