La aviación es una actividad y una pasión muy recientes. El primer vuelo con pasajeros despegó en 1914, no hace mucho. En 2019, como usted se habrá enterado al leer los artículos publicados en este especial, celebramos que esta forma de locomoción aérea cumple un siglo en funciones en el país. Un siglo es un suspiro si se vuelve la mirada y se recuerdan los miles de millones de años que tiene nuestro planeta. Pero en este corto lapso, la aviación cambió al mundo y a Colombia, por supuesto. Su crecimiento ha sido gigantesco. Transformó la economía, la manera de relacionarnos, los conceptos de tiempo y espacio y empujó la globalización. Esta nueva manera de transportarnos ha puesto a prueba el ingenio humano que ha sido capaz de crear todo tipo de aeronaves que nos han sorprendido por su tamaño, velocidad, maniobrabilidad y tecnología. La creatividad de los ingenieros y aviadores ha interactuado con las máquinas rudimentarias de principios del siglo XX, y con aeronaves controladas casi en su totalidad por computadoras de vuelo. Pero en medio de toda esta revolución el eje de esta actividad sigue siendo el aviador. Por eso es tan importante el papel que cumplen las escuelas de aviación en todo el mundo y, claro, el que asumimos nosotros en el Centro de Instrucción Aeroclub de Colombia, donde formamos pilotos íntegros desde hace más de 70 años. Aquí, además de brindarles a nuestros aprendices la instrucción necesaria para operar una aeronave, nos aseguramos de que estén alineados con la última tecnología, con los procedimientos y la interacción en el espacio aéreo; pero, especialmente, les proponemos un programa que fortalezca sus principios, valores y su sentido ético. Estos les serán indispensables para volar y para conectar sus conocimientos básicos con la realidad del medio. Lea también: Educando aviadores integrales Nuestro programa se soporta sobre dos bases fundamentales. Ambas les servirán a los pilotos para actuar acertadamente en cualquier tipo de aviación: 1) los factores humanos, y 2) la seguridad operacional. Nosotros formamos pilotos que entienden muy bien la responsabilidad que tienen en cada vuelo al llevar a sus destinos a decenas o centenares de personas. Por eso vuelvo a la idea que planteaba hace algunas líneas, la tecnología cada día nos ayuda y nos sorprende más, pero la aviación no sería nada sin los pilotos, sin los humanos que conducen sus naves, de manera segura a todos los rincones del mundo. Por eso debemos cultivar en ellos el criterio y la madurez que los harán ser los mejores en este oficio de altura.