El Envigado Fútbol Club jugaba en la primera división del fútbol colombiano cuando empezó a soplar el viento de su desgracia. El modesto equipo antioqueño había logrado el ascenso en 1992. Superó al Alianza Llanos, al Atlético Huila y al Cóndor de Bogotá para obtener su cupo en la liga profesional. Pero el fútbol siempre trae sorpresas, cuando el futuro parecía promisorio la institución terminó en manos de Gustavo Adolfo Upegui, amigo y socio de Pablo Escobar, travestido de reputado empresario del fútbol.La periodista Martha Elvira Soto señala en su libro Los goles de la cocaína (Intermedio, 2017) que Upegui había logrado ocultar durante 25 años que era la cabeza de La Oficina, la más tenebrosa máquina criminal del cartel de Medellín. En una vendetta que ocurrió una noche de 2013, la Policía encontró varias planillas oficiales de equipos de fútbol auspiciados por la mafia, entre ellos estaba el Envigado. Se había sellado la suerte judicial del equipo.Ramiro Ruiz –un hombre creyente y administrador de empresas– asumió la presidencia del club en octubre de 2013, pero las cosas comenzaron mal: dos meses después de posesionarse, el equipo fue incluido en la ‘Lista Clinton’ por el gobierno de Estados Unidos, al concluirse que era una empresa controlada por testaferros y blanqueadores de capitales. El rendimiento del onceno era muy regular, a pesar de haber facturado más de 1.000 millones de pesos por la venta o el préstamo de varios jugadores como James Rodríguez, Juan Fernando Quintero o Giovanni Moreno.Bajo la presidencia de Ruiz, sin embargo, el Envigado comenzó su renacimiento. No fue una tarea fácil. En la última semana de marzo de 2018, en un proceso que se ejecutó en menos de dos horas, terminaron más de tres años de gestiones que le permitieron al equipo salir de la deshonrosa lista creada bajo la presidencia de Bill Clinton en 1995.El plan y la paradojaEn julio de 2014, cuando el club fue vinculado oficialmente con la mafia, el 10 de la Selección Colombia, James Rodríguez, fue fichado por el Real Madrid y se convirtió en el principal logro del Envigado. El club recibió 750.000 euros como compensación por la transferencia del jugador paisa del Mónaco al equipo merengue. La junta directiva decidió contratar a Luis Valero y a su socio, Horacio Luna, para asesorar a los accionistas –entre ellos, la viuda y el hijo de Gustavo Upegui– y sacar al club de la lista negra. El equipo parecía condenado a desaparecer. Años atrás Valero había prestado sus servicios al América de Cali, incluido en la ‘Lista Clinton’ desde 1999, hasta lograr que el club no corriera el riesgo de ser liquidado. Arrancó el proceso de cero: capitalizó los honorarios del contrato de su bufete con el equipo y compró el 70 por ciento de las acciones. El porcentaje restante quedó en manos de personas cercanas a los Upegui. En ese momento la Ofac –la Oficina de Control de Activos Extranjeros de Estados Unidos– le confirmó a Valero que para excluir al Envigado de la lista debía eliminar del equipo todo rastro de esa familia.En entrevista con SEMANA, Valero cuenta que después de sacar a los Upegui de la junta de asociados se dedicó a buscar un fondo privado de capitalización para blindar el traspaso de las acciones en venta ante la Superintendencia Financiera y la Ofac. La complejidad de los procesos y las exigencias llevaron a una paradoja: la regulación no permitía que un fondo comprara una empresa que aparecía en la ‘Lista Clinton’, pero para salir de ella había que vender las acciones del club. Valero organizó las fechas, los procedimientos y los nuevos accionistas, en una especie de crucigrama administrativo.El 21 de mayo de 2018, la Superintendencia de Sociedades anunció que el Envigado salía de la lista. La renovación del club involucró también su imagen. En la primera fecha del Torneo Apertura 2018, el equipo saltó a la cancha de su estadio vestido de blanco para enfrentar al Once Caldas. El cambio de su tradicional camiseta naranja se notificó a los hinchas y periodistas como una manera de borrar el molesto rótulo de ‘equipo de narcos’.Hoy, el Envigado es la oportunidad de movilidad social para los 20.000 niños inscritos en su cantera. “El modelo deportivo es más importante que el equipo profesional. El Envigado es una fábrica de talentos en medio de problemas sociales que marcará el futuro de estos niños”, concluyó el alcalde del municipio, Raúl Cardona.