La mayoría de las esmeraldas colombianas llegan a los mercados internacionales en bruto. Entre 2004 y 2016 se exportaron 48,5 millones de quilates: 40 millones se vendieron en bruto; 7 millones, talladas; y 1,5 millones, engastadas, es decir, montadas en una joya.Lograr que cada vez sean más las esmeraldas que se venden talladas y engastadas es uno de los principales retos a largo plazo, debido a que a diferencia de otros minerales como el carbón o el oro, estas tienen como único uso el lujo y la moda. En ese sentido, Colombia está perdiendo la oportunidad de darle valor agregado a esta piedra preciosa, ya que no hemos conseguido desarrollar una industria que pueda transformarla y convertirla en una fina joya. Actualmente, muchas de las piedras que salen del país son talladas en el extranjero y regresan al país en forma de joyas.La informalidad, que ha acompañado históricamente al sector, se ha convertido en el freno de mano para que esta industria evolucione a un producto terminado. La razón principal es que en la cadena de suministro, con excepción de algunos exportadores, la visión del comercializador es enviar al exterior la piedra en bruto de manera rápida.Así mismo, la explotación de esmeraldas ha estado a cargo de pequeñas unidades productoras: no menos del 90 por ciento de los proyectos que existen son pequeña minería y solo el 10 por ciento son de mediana. Esta es una de las razones por las que se observan niveles de formalización bastante bajos, donde los avances de tecnificación y de cumplimiento ambiental distan de ser un ejemplo de minería bien hecha, siendo este uno de los principales retos del sector.
Foto: Felipe AbondanoEn los últimos tres años, desde el Ministerio de Minas y Energía se ha venido trabajando en la caracterización del sector de las esmeraldas en el oriente de Cundinamarca y occidente de Boyacá. Hemos identificado las condiciones técnicas, sociales, ambientales y económicas de 234 unidades productoras de esmeraldas.Buena parte de los pequeños mineros poseen bajos niveles de productividad, también se ha observado incumplimiento en la legislación laboral y debilidades en seguridad e higiene minera, lo que a su vez se conecta dentro de la cadena con un nivel de informalidad bastante alto en la comercialización, que en su mayoría se realiza desde Bogotá. Las formas de trabajo al interior de las minas, como la práctica tradicional de pagar a los mineros con producción, no permiten generar flujos de inversión necesarios para la tecnificación de las mismas y mucho menos para invertir en el conocimiento del yacimiento, lo que redunda en proyectos con bajos niveles de productividad que demoran varios años buscando los sectores atractivos sin llegar a encontrar la veta, desarrollando los proyectos basados en métodos empíricos producto de la experiencia.También hemos identificado que detrás de la informalidad se esconde un asunto cultural, pues se piensa que la formalización se limita a tener un título minero y en el mejor de los casos un instrumento ambiental.
Foto: Felipe AbondanoGran apuestaLa esmeralda colombiana ya goza del reconocimiento como la más bella y fina del mundo. Consiguió ser reconocida y posicionarse en los mercados internacionales. Ahora la gran apuesta es formalizar el sector, lo cual implica construir una nueva industria en el largo plazo: crecer en producción y que se realicen nuevos proyectos con el cumplimiento de todos los estándares técnicos, ambientales y laborales. Explotaciones como la de Puerto Arturo en Coscuez, las de Santa Rosa y La Pita en Maripí han tenido importantes niveles de inversión que les permite avanzar en tecnificación y en procesos exploratorios para determinar la posibilidad de continuar con los yacimientos en el largo plazo. Según cálculos del Ministerio de Minas y Energía, la industria de las esmeraldas genera unos 75.000 empleos entre directos e indirectos. La entrada en vigencia en el año 2015 del Registro Único de Comercializadores de Minerales (Rucom), administrado por la Agencia Nacional de Minería, es uno de los cambios más importantes para el sector esmeraldífero, pues ha contribuido en la transformación y formalización de la industria. En ese sentido, el Gobierno Nacional continúa sus esfuerzos para lograr un sector regulado y competitivo. A través del Fondo Nacional de Esmeraldas, el cual tiene como objetivo el cumplimento de la contribución parafiscal de la esmeralda, se vienen realizando ingentes esfuerzos en la defensa y promoción para el desarrollo de la industria, así como el establecimiento y fortalecimiento de programas dirigidos a incrementar la competitividad y desarrollo social y económico del sector.De igual manera y como políticas para optimizar las condiciones de vida de los mineros, se vienen implementando programas destinados a generar herramientas de formalización de la pequeña minería, por medio de instrumentos que generen legalidad y tecnificación de las minas, así como continuar con la investigación e innovación en las metodologías que permitan mejorar la calidad de la esmeralda colombiana. Ejemplo de esto, es la labor del Centro de Desarrollo Tecnológico de la Esmeralda Colombiana – CDTEC, que aportará en el largo plazo a la caracterización del mineral para la determinación de precios, y lograr una nueva industria verde que sea productiva y goce de mayor inversión.*Viceministro de Minas.