A su casa regresa agotado cada 20 días. La suerte lo acompañó la última vez que viajó a visitar a su familia en México y pudo estar para el nacimiento de su nieta. Son dos semanas de reencuentro con su esposa, paseos con el perro, siestas espontáneas y la posibilidad de regresar a la cotidianidad de una vida normal. La otra mitad del mes los días arrancan a las 5:30 de la mañana y muchas veces transcurren bajo tierra, dirigiendo una labor que considera tan desafiante como emocionante: encontrar y sacar esmeraldas a más de 150 metros de profundidad.En octubre de 2011 conversó por primera vez con Charles Burgess, presidente de Minería Texas Colombia S.A. (MTC). Su experiencia como ingeniero de minas y el dominio del inglés y el español bastaron para llamar la atención de la compañía en la que trabaja desde entonces. La primera vez que conoció la mina de Muzo creyó que sería una labor sencilla. Su tamaño no se comparaba a las gigantescas minas en las que había trabajado en México. Sin embargo, la historia con las piedras preciosas es distinta, especialmente con las esmeraldas. Este trabajo terminó convirtiéndose en su mayor reto profesional en 41 años.De las esmeraldas, recuerda, solamente sabía que eran verdes y que les fascinaban a las mujeres. Poco a poco fue entendiendo cómo se forman, dónde, a qué temperatura y la minuciosidad con la que es necesario sacarlas para no romperlas. “Fueron meses de aprendizaje para dirigir”. Desde el comienzo estuvo claro que su principal misión sería la de tecnificar la mina, pues quienes la explotaban antes no llevaban un orden ni tampoco se preocupaban porque la actividad fuera, además de eficiente, sostenible.Lo primero que hizo fue liderar la construcción de una rampa por la que pudiera circular equipo mecanizado, camiones de bajo perfil para cargar el material y sacarlo a la superficie. Ya son cerca de 1.000 metros de rampa a 152 metros de profundidad. Lo ideal es bajar hasta los 300. Esta es entonces la nueva mina.Ninguna técnica moderna es capaz de predecir en dónde hay esmeraldas, no obstante, el color de la tierra y de las rocas es distinto en las áreas en donde se forman estas extraordinarias piedras. Por eso, explica Carlos, se utilizan explosivos hasta cierto punto y de ahí en adelante toca martillar para no dañarlas. Muchas veces ha salido corriendo cuando encuentran una veta, él mismo ha sacado esmeraldas gigantescas. “Una sensación que es imposible describir en palabras”, asegura.El cambio en Muzo también se siente entre los trabajadores, que dejaron de sobrevivir con el rebusque y ahora ganan un salario fijo con prestaciones. Entender la idiosincrasia de los colombianos y de los habitantes de esta región no resultó sencillo. Pero poco a poco, este mexicano consiguió sembrar confianza, traer la modernidad y transformar la forma como se realiza esta actividad en una de las minas más ricas y famosas del país.