Lo único que se oye es el viento. El silencio se rompe de vez en cuando por algunas motos y un par de hombres que, a caballo, arrean ganado hacia la vía que lleva a Villavicencio. La carretera es angosta y destapada. En los campos, algunos mal cercados con palos y alambres de púas, no hay casas.Mesetas es un municipio del Meta enclavado entre la cordillera Central y la Serranía de La Macarena. Fue uno de los cinco municipios donde las Farc se asentaron para los diálogos de paz del Caguán en 1999, y para 2002, la inestabilidad política lo convirtió en uno de los fortines militares y logísticos más importantes que el grupo guerrillero tuvo en Colombia.La tierra de Mesetas es fértil. Sus montañas podrían estar llenas de cultivos de café, plátano y cacao, pero la guerra cercó el campo y lo único que se sembró ahí fueron minas antipersonal. Como en muchos territorios de Colombia, nadie sabe dónde están, cuánto llevan ahí ni quién las plantó. Son "un arma ciega por naturaleza", dice Jody Williams, activista de la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Antipersonal y ganadora del Premio Nobel de Paz en 1997, "que no puede distinguir entre un soldado y una abuelita".Williams también dice que "la paz verdadera no es simplemente la ausencia de un conflicto armado". Para construir una paz sostenible, opina, se necesita seguridad. Y para que haya seguridad, los recursos deben dirigirse a satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos. ¿Qué necesidad más básica que poder caminar y cultivar sin miedo, literalmente, a dar un paso en falso?Poca atención se les prestó a los esfuerzos para el desminado de Colombia hasta antes de la firma del acuerdo definitivo de paz. El Ejército removió más de 3.000 minas que protegían algunas de sus bases militares, pero para la cooperación internacional era difícil entrar a algunos territorios.Ahora la situación es diferente. El acuerdo de paz respaldó el uso de una matriz que clasifica los territorios donde hay sospecha de minas y determina el orden en el que se deben desminar. Además, dio luz verde para iniciar trabajos de desminado en 22 millones de metros cuadrados más, dentro de los que está Mesetas.Una de las organizaciones a cargo del desminado en este municipio es The Halo Trust. De origen británico, es la entidad civil más grande y antigua que realiza desminado humanitario. Su actividad en Colombia empezó en 2013, y a mayo de este año, ha encontrado 328 minas antipersonal y despejado 373.815 metros cuadrados en todo el país.Los fondos de Halo dependen de la cooperación de otros países. Desde este año, Canadá ha abonado 12,5 millones de dólares canadienses para el programa que comenzó en marzo. Esos recursos se usarán para trabajar en Mesetas y otros nueve municipios del Meta, Antioquia, Tolima, Valle del Cauca y Cauca. "El apoyo del gobierno de Canadá al sector de acción contra minas en Colombia es muy importante. El proyecto financiado por Canadá e implementado por The Halo Trust permitirá llevar a cabo operaciones de desminado humanitario en diez municipios. Los contribuyentes canadienses deben sentirse tranquilos porque los recursos se están utilizando de la mejor manera. Este proyecto nos acerca a nuestro objetivo de declarar a Colombia libre de sospecha de minas antipersonal en el año 2021", sostiene Rafael Pardo, alto consejero para el Posconflicto.Los desminadores se empiezan a ver desde la entrada a la vereda La Guajira, a la orilla de la vía que comunica a Mesetas con La Uribe. Son hombres y mujeres que trabajan arrodillados entre la vegetación y que tienen a su cargo un área de más de 20.000 metros cuadrados donde ya han encontrado 12 minas antipersonal. Tienen la capacidad de no entrar en pánico si encuentran un artefacto que los puede volar en mil pedazos y están entrenados para ensimismarse con el pedazo de tierra que tienen al frente.Así transcurren los días de Diego Callejas, un antioqueño que acaba de pasar los 30 años. Se para erguido en medio de la finca Las Flores, donde está el campamento de Halo en Mesetas. A su lado, Brody, un pastor alemán, entrena para detectar explosivos. Luego, Callejas camina con el animal, le indica que se siente, le da un premio y sigue. Antes era agricultor y sabe lo que es tener que dejar un terreno por miedo a que esté minado. Su primer trabajo como desminador fue en Antioquia, el departamento más contaminado de minas en Colombia. Tuvo que despejar el camino que iba a una escuela, por el que los niños pasaban en fila y sin pisar los costados. Fue allá donde halló su primera mina. Dice que no hay lugar para el miedo en momentos como ese. "Cuando la encontré, sentí mucha alegría. Era una mina menos en Colombia".Compromiso firmeDesde hace 15 años el gobierno canadiense ha ofrecido apoyo para la educación en riesgo, la asistencia a víctimas de minas antipersonal y el desminado humanitario en gran parte del territorio colombiano. Además de The Halo Trust, ha colaborado con Unicef, Handicap International, la Campaña Colombiana Contra Minas, la Dirección para la Acción Integral contra Minas Antipersonal, UNMAS y OEA.*Periodista Especiales Regionales Revista SEMANA.