Para varias comunidades indígenas del departamento del Magdalena, elaborar una mochila es un ritual sagrado que se transmite de generación en generación, en el que se entretejen los buenos pensamientos, aprendizajes y lineamientos cosmogónicos que rigen la vida de la mujer indígena.La técnica de tejido se desarrolla en forma de espiral ascendente, según el símbolo de la creación del mundo. Desde los 3 años, las niñas de estas comunidades ya tienen nociones del proceso. Una vez terminan su primera mochila, deben llevarla ante el mamo para que sea usada en los diversos rituales de iniciación que las insertan en la vida comunitaria: desarrollo, matrimonio, nacimiento y bautizo de sus hijos.Ana Graciela Granados o Fela, como cariñosamente la llaman en la comunidad, es la maestra artesana de Nara Kajmanta (asentamiento ubicado a dos horas de Santa Marta, habitado por indígenas desplazados del pueblo ette ennaka). Dice que no recuerda el momento exacto en el que aprendió a tejer, pero sí tiene presente las veces en que recogía de su patio las motas de algodón que después hilaba para convertirlas en una mochila.Cuando la pieza es elaborada por una mujer mayor, se crea una atmósfera especial en la que se usa el tabaco para limpiar el lugar y el tiempo. Así se alejan las malas energías, se concentran las positivas y se obtienen fuerza y sabiduría para tejer.Junto a la función cultural y tradicional de las mochilas, está la económica, ya que en los momentos del año en los que termina la cosecha de café, cacao, plátano, papa y otros cultivos, la venta o trueque de las mismas contribuye al sustento familiar.Hoy, la mochila es usada por jóvenes y adultos para expresar estas tradiciones y por ser también una de las artesanías más representativas de Colombia. Para su comercialización, los indígenas se agrupan en asociaciones, en las que escogen una líder que los representa ante entidades como Artesanías de Colombia, que los apoya con capacitaciones y su participación en ferias.Recientemente, respaldó a comunidades de los arhuacos y de los ette ennaka. “El año pasado tuvimos nuestra primera participación en Expoartesanías, después nos llamaron para ir a Expoartesanos, en Medellín. Nos fue muy bien a pesar de la falta de experiencia. La mochila arhuaca es un producto culturalmente nuestro, pero nos hacía falta capacitación para saber comercializarla”, explica Judith María Torres, quien desde 2016 trabaja para que los arhuacos asistan a este tipo de exposiciones.Artesanías de Colombia, a través de los Encuentros de Economías Propias, también orienta a estas comunidades hacia el fortalecimiento de sus actividades artesanales para el mejoramiento técnico en los acabados, establecer precios competitivos y empoderar a las mujeres en este oficio.Sin embargo, las comunidades se sienten amenazadas porque sus mochilas están siendo imitadas. “Hay mujeres que tejen nuestros diseños y los venden como si los hubiéramos hecho nosotras. Estas personas no tienen en cuenta el significado cultural, le están haciendo cambios, le meten cuero; así se pierde la identidad.  Por eso le hemos puesto un nombre a nuestro producto: Marca Arhuaco”, revela Torres, quien también deja ver su preocupación por la cantidad de gente que se infiltra en sus resguardos y compra estas piezas dando a cambio un poco de comida y artículos innecesarios.La innovación es la respuestaArtesanías de Colombia, como parte de su estrategia de ampliación de cobertura, cuenta con la metodología Laboratorios de Diseño e Innovación, que articula estratégicamente acciones, actores y recursos locales en función del desarrollo y la sostenibilidad de la actividad artesanal.Durante el segundo periodo del año se implementará esta metodología en las comunidades artesanales portadoras del saber tradicional en la elaboración de mochilas. El laboratorio será una estrategia de innovación social y llevará a las zonas a expertos en diseño que asesorarán en comercialización, apertura de mercados y participación en ferias.