Todos los planes que se hicieron en el 2019 para este año quedaron en el papel. La pandemia sorprendió a la sociedad y obligó a los distintos sectores de la economía a adaptarse en tiempo récord a unas condiciones sin precedentes. Son tantas las lecciones y los cambios de los últimos meses que resulta inverosímil pensar que las cosas van a volver a ser como antes.
“Se dice todo el tiempo que toca reinventarnos, y resulta que lo que hemos hecho es redescubrirnos. Es decir, estamos descubriendo cosas de nosotros mismos que pensábamos imposibles. El adulto mayor que se negaba a la tecnología, hoy maneja el computador para poder ver a sus hijos y a sus nietos; el restaurante que solo atendía en su local, ahora hace domicilios; el almacén de ropa que vendía únicamente en la tienda, ya vende por WhatsApp”, advierte Humberto Martínez Cruz, decano de la Facultad de Mercadeo de la Universidad Santo Tomás.
Muchos de esos cambios inesperados llegaron para quedarse y generaron una transformación profunda en las dinámicas culturales y sociales. Por eso, explica Martínez Cruz, desde el punto de vista del mercadeo, la atención se debe centrar en el consumidor, que hoy es diferente al de hace un año. “Antes en mercadeo hablábamos de segmentar, de dirigirse a grupos de personas según la edad o el estrato, sus características y gustos. Pero hoy en día el que se segmenta es el mismo consumidor, que ha descubierto nuevas facetas y capacidades”.
En esta tendencia influye mucho el salto tecnológico que dio la humanidad debido a la pandemia, que Martínez Cruz calcula que equivale a cinco años. El miedo a trabajar o a estudiar a través de una pantalla se perdió, al igual que el temor a comprar por internet. De hecho, clientes y empresas han descubierto que estas son alternativas mucho más eficientes, las cuales también determinarán el futuro de la realidad laboral al interior de las organizaciones.
“Esta transformación digital ha crecido de la mano con la necesidad de los datos, de la sistematización y del manejo de información para que un negocio pueda funcionar”, explica el decano, y agrega que “ese es el gran salto que hemos dado. La presión en la que vivimos los últimos meses nos llevó a estar involucrados en este tema. Por eso, una tienda, por más pequeña que sea, ya habla de temas tecnológicos, de aplicaciones, de domicilios”.
Debido a la crisis generada por la pandemia el concepto de ahorro también cambió y pasó de ser un hábito opcional a uno obligatorio, pues hoy el ser humano es más consciente de la importancia de estar preparado para enfrentar contingencias. Esta nueva prioridad del consumidor llevará a las compañías, especialmente del sector financiero, a ofrecer productos y servicios que satisfagan esa necesidad de ahorro.
La educación
El cambio acelerado del consumidor llevó a muchas facultades de mercadeo a ajustar sus programas para garantizar que los profesionales del futuro estén preparados para entender y satisfacer las nuevas necesidades de los compradores. La Universidad Santo Tomás, líder en esta área, se ha preocupado por ofrecerles a los estudiantes conocimiento aplicado a la nueva normalidad. “Somos una universidad humanista, es decir, que la persona es el eje que mueve absolutamente todo al interior de nuestra institución. Eso hace que tengamos la obligación como maestros y orientadores de enseñarles a nuestros alumnos que son capaces de hacer lo que sea, de tomar clases de forma virtual, de esforzarse más para reforzar su conocimiento y de adaptarse a una nueva realidad que nos sorprende todos los días”, concluye Martínez.