A finales de agosto de 2011, la firma del arquitecto barranquillero Giancarlo Mazzanti entregó el polideportivo Bosques de la Esperanza en Altos de Cazucá, en el parque Pies Descalzos de la comuna cuatro de Soacha. Una cancha múltiple cubierta por un techo de poliedros verdes que hace pensar en un bosque geométrico. La idea del proyecto era convertirse en un símbolo de unión para la comunidad.
En una de las primeras charlas de la Feria Internacional del Libro de Bogotá – FILBo 2016, Mazzanti expuso su forma de entender la arquitectura. En el panel lo acompañaban Jacob van Rijs, director de la firma holandesa MVRDV, y Carlos Medellín, un miembro de El equipo Mazzanti que acompañó a los holandeses en el diseño y montaje del pabellón Hola Holanda de la feria.La exposición de van Rijs y Mazzanti fue una oportunidad para encontrar coincidencias. De hecho, contó van Rijs que el pabellón fue pensado como un punto de encuentro entre la arquitectura tradicional holandesa, las casas caribeñas de Curazao y los espacios colombianos.Para Mazzanti, hay dos elementos fundamentales con los que él define la arquitectura. “Es un elemento sintético, que no tiene autor, que nunca está completo, que puede crecer y que puede ser terminado por otros”. Además, dice él que la arquitectura es acción, de modo que una obra no está terminada hasta que interactúa con las comunidades que la rodean.Muchas de las construcciones de Mazzanti están logradas con paneles y módulos geométricos que pueden ser alterados con el paso del tiempo. El Jardín Infantil Timayui en Santa Marta, por ejemplo, está conformado por cinco bloques y la base de cada uno es un hexágono. De algunos lados ya hay otras piezas unidas, pero el jardín se podría expandir hacia arriba o hacia los lados adaptándose a los muros ya construidos. De ahí la idea de “lo sintético” que expone Mazzanti. Pero desde la perspectiva holandesa es posible encontrar otros elementos de este mismo concepto.En Róterdam, Holanda, la firma MVRDV construyó el Market Hall, un lugar icónico en la ciudad. Se trata de un espacio anexo al centro de la ciudad que funciona a la vez como complejo comercial y residencial. La construcción, en términos simples, es un túnel. Dentro de este hay una serie de locales de comidas y mercado, la estructura alberga apartamentos y el techo interno del túnel está decorado por un artista urbano local. Los apartamentos, entonces, tienen dos caras, por un lado tienen vista a la parte interna del túnel y por el otro miran al exterior como cualquier otro edificio tradicional.
Foto: Paul Arps. Creative Commons.¿Y la vida? Los expositores hablaron de muchas formas de interacción entre los edificios y sus habitantes. Un video realizado por El equipo Mazzanti, por ejemplo, muestra testimonios de los residentes de Cazucá que cuentan cómo el polideportivo se convirtió en un referente del sector y se transformó en punto de encuentro para las personas de todas las edades.Los holandeses han hecho otros experimentos. Lanzaron un libro con algunas muestras de su trabajo. “Pero no queríamos que fuera un libro para arquitectos con imágenes espectaculares tomadas por fotógrafos profesionales”, cuenta Jacobs van Rijs, “queríamos que fuera un libro para todo el mundo”. De modo que en Buildings, además de las fotos de los profesionales, se encuentran fotos que enviaron las personas comunes y corrientes en las que mostraron el espacio a su manera. El proyecto es solo uno de los que han desarrollado alrededor de los libros.En Spijkenisse, un pueblo al oeste de Holanda con bajos índices de lectura, le encargaron a MVRDV la construcción de una biblioteca. Inspirándose en la arquitectura tradicional de la población, construyeron el exterior del edificio como una casa con techo inclinado a 45 grados para lograr el máximo de altura. Pero en su interior, la Book Mountain (Montaña de los Libros) es un complejo de varios niveles en el que los niños pueden encontrar los libros infantiles en las estanterías más bajas y que va ascendiendo hasta llegar a un café cerca al techo. “Es un edificio multifuncional”, como dice van Rijs, en el que también han organizado fiestas y hasta matrimonios.Pero la experiencia más reciente con los libros es el pabellón Hola Holanda en Corferias, en el que las dos firmas unieron esfuerzos para lograr el proyecto. Dice van Rijs que teniendo en cuenta que se trata de un montaje que apenas durará dos semanas, lo hicieron de forma sostenible, de modo que todos los materiales son reciclables o reutilizables. Hay allí, además, un túnel naranja por el cual se ingresa al pabellón, una estructura que simula la casa de Ana Frank y un auditorio encerrado por estanterías de libros. Los gestores coinciden en que el proyecto está terminado ahora que los visitantes empiezan a interactuar con él.
Foto: David Prada/FILBo.