En algún rincón de Normandía hay una oficina, dos camiones y una bodega donde se almacenan casi dos toneladas de escenografía. Toda esta carga pertenece a El Núcleo, una compañía circense conformada por dos acróbatas colombianos, Wilmer Márquez y Edward Alemán; y una productora francesa, Fanny Fauvel. Juntos han realizado cinco espectáculos y más de 500 funciones. El colectivo comenzó su recorrido oficial en 2011, cuando la tercera integrante se unió al proyecto. Pero la historia no oficial de esta aventura arrancó a mediados de la década del noventa al norte de Suramérica. Portor y volante Wilmer y Edward se conocieron en primero de bachillerato en el barrio La Concordia, en Bogotá. Pasaron su adolescencia entre las calles de los sectores populares del centro de la capital. El primero vivía en Belén; el segundo en el barrio Egipto. Sus primeros años de fraternidad los alimentaron con teatro, zancos, y capoeira, hasta que un día aterrizaron en un taller de circo organizado por Juan David Villa, un psicólogo bogotano, gestor cultural y uno de los primeros malabaristas de Colombia. Él les enseñó a montar en monociclo y a jugar diábolo. Los ayudó para que pudieran presentar sus números, les hizo su primer contrato como artistas y los involucró en la incipiente escena circense de nuestro país. La dinámica se repite una y otra vez. Wilmer y Edward recorren juntos los espacios culturales de la ciudad, construyen fuertes lazos de amistad y descubren nuevas prácticas. Sin darse cuenta se convierten en acróbatas. Entrenan en los parques junto con los amigos del barrio que quieren seguir sus pasos. Trabajan como artistas de circo en eventos, fiestas, y lanzamientos de productos; y participan de cabarets enigmáticos que suceden en casas, garajes o pequeñas salas de teatro. Le recomendamos: Yuri Buenaventura, el sonero de París Las horas de entrenamiento transforman sus cuerpos y los dos se convierten en atletas de alto rendimiento. Wilmer es el acróbata de tez blanca; Edward el de la tez negra. El primero asume el rol de portor y el segundo el de volante. En la acrobacia el portor es el más fuerte porque carga, lanza y recibe; el volante es más liviano porque hace giros en el aire y se apoya con frecuencia en otros cuerpos. Se suele decir que los portores son responsables y serenos, y que lo volantes son el polo opuesto, andariegos y libertinos. No siempre es así, pero este par sigue la tradición. Pareciera que Wilmer se aferrara a la tierra y Edward al vacío. Entre ellos, sin embargo, hay simbiosis a la hora de actuar. Sus personalidades están en disputa permanente, pero sus cuerpos se entienden bien. Es un hecho: son un dúo acrobático, el primero de Colombia, quizás. Se hacen llamar El Núcleo. Primavera en Francia Entre 2005 y 2010 la escena circense en Colombia comienza a crecer. Los domingos, en el parque de Usaquén, en Bogotá, se reúnen malabaristas, acróbatas, magos, músicos, bailarines y artesanos. El dúo acrobático comienza a trabajar para la compañía La Gata Cirko y participa en la creación de Déja Vu. La obra cuenta la historia de dos utileros que escarban en la bodega de un teatro abandonado y se enfrentan a una dimensión surrealista donde los objetos viejos cobran vida. Wilmer y Edward encarnan a dos maniquíes que con fuerza y equilibrio construyen un solo cuerpo. Aquí los malabares y la acrobacia están al servicio de la dramaturgia; esto es lo que se denomina circo contemporáneo. En 2008 los dos colombianos viajan a Francia, gracias al apoyo de sus amigos Felipe Ortiz y Luisa Montoya, los directores de La Gata Cirko. Allí harán una audición en El Centro Nacional de Artes de Circo, en Chalons, en Champagne. ¡Los dos son aceptados! Así llegan a un lugar seguro con todos los instrumentos necesarios para entrenar, experimentar y crear. La escuela los recibe con los brazos abiertos. En su promoción se encuentran con artistas de todas partes del mundo. Hay coreógrafos, escenógrafos, técnicos y productores. El pénsum tiene cursos de filosofía, historia del arte, fotografía y otras áreas sobre las que jamás habían escuchado. Al cabo de tres primaveras ambos acróbatas hablan un francés perfecto. Se van de gira por Francia, Suiza, Marruecos, Islandia y Palestina. Al final del viaje reciben un reconocimiento como artistas profesionales de circo. Después de estos espectáculos los dos hacen parte del régimen de la intermitencia, un seguro de desempleo que existe en Francia para que cineastas, actores, bailarines y técnicos, quienes tienen trabajos con jornadas discontinuas, puedan recibir una remuneración constante, sin tener que interrumpir su actividad creativa. Trilogía europea En 2011 el dúo colombiano conoce a la productora de circo Fanny Fauvel, y con su ayuda El Núcleo se lanza como compañía en Francia y se embarca en sus primeras creaciones de sala. Surgen así dos espectáculos que Wilmer y Edward reconocen como la ‘trilogía de la identidad’, un cuerpo de espectáculos para salas de teatro que responden preguntas profundas sobre la existencia humana. La primera obra se llama ¿Quién Soy? y es una reflexión sobre el vínculo con el otro. Allí los dos viejos amigos se encuentran en escena ante un cubo gigante de muchas piezas que representa los esquemas de la sociedad europea y ellos se atreven a desbaratarlo. Luego, entre los dos, construyen su propia versión, utilizando la fuerza, el equilibrio y la acrobacia. La segunda pieza es Inquietud, se trata de un unipersonal que representa los vaivenes del individuo: su subjetividad. A través de este Edward busca sus raíces en Mompox, el pueblo donde pasó su niñez, y desde allí saca excusas para volver a hablar con los abuelos, para leer a García Márquez y bailar con libertad. No se pierda: Del cinematógrafo de los Lumière a El abrazo de la serpiente El último espectáculo de la trilogía se titula Somos y obedece a un esfuerzo por pensar la identidad desde lo colectivo, Wilmer y Edward lo dirigen, pero en escena cuentan con el apoyo de otros cuatro actores. Tres de ellos son colombianos (viejos amigos de infancia, acróbatas del barrio) y el cuarto es un italiano. La obra dura una hora y está llena de códigos que cualquiera puede disfrutar. Los artistas se sudan la vida en escena y se atreven a representar con sus cuerpos, y con mucho sentido del humor, a la muerte, la incertidumbre, al barrio y la fraternidad. Esta trilogía no ha hecho su debut en Colombia. ¿Por qué? Wilmer, el portor, dice que quizás porque nadie es profeta en su tierra. Edward, el volante, asegura que ya llegará su momento. Mientras eso ocurre, El Núcleo prepara otras dos obras que, en principio, solo se presentarán en Europa: Eternamente Idiotas (la dirige Edward) y Barrera (a cargo de Wilmer). Ya es hora de que los veamos en nuestro país. *Periodista y documentalista.