Por: María Alejandra Vanegas* SEMANA: De los proyectos para el sector agropecuario adelantados durante este gobierno, ¿cuáles destacaría? JOSÉ GRACIANO DA SILVA: Hay que resaltar cinco temas cruciales para el desarrollo rural y agrícola del país: La Misión Rural, el acuerdo de paz, el Programa Colombia, el reciente Censo Nacional Agropecuario y la creación de la nueva institucionalidad que atiende las necesidades del campo, es decir, la Unidad de Restitución de Tierras, la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria, la Agencia Nacional de Tierras, la Agencia de Desarrollo Rural y la Agencia de Renovación del Territorio. SEMANA: ¿Qué logros han evidenciado estos programas sobre el hambre y la pobreza del país? J.G.D.S.: Hasta el momento hay una reducción importante de la pobreza. En 2005 los estudios indicaban que un 45 por ciento de los colombianos eran pobres; en 2017 las cifras revelaron un avance en esta materia: 26 por ciento. Desde un enfoque multidimensional se ha mantenido una tendencia decreciente desde 2010, se pasó de 30,4 por ciento al inicio de la década, a 17 por ciento en 2017. SEMANA: En esta, la época del posconflicto, ¿qué oportunidades tiene Colombia en el sector de alimentos? J.G.D.S.: El proceso de paz permitió el retorno de los campesinos a sus tierras y la presencia de las instituciones del Estado en zonas antes abandonadas. Esta coyuntura, junto a los procesos de innovación social en el campo, inciden positivamente en la dinamización de las economías locales. Lo anterior brinda mayor certeza para fomentar la inversión rural y la conformación de las alianzas público privadas de largo aliento en busca de una competitividad territorial. SEMANA: ¿Cuáles son los retos más grandes por enfrentar? J.G.D.S.: El tema estructural se relaciona con la restitución de tierras y la formalización que ya está en marcha, esta es una condición inevitable para favorecer el crecimiento de las inversiones y la tasa de empleo rural. Otro mecanismo fundamental es el fortalecimiento de los procesos de asociatividad. Según el más reciente censo, la vinculación de la economía campesina a organizaciones de carácter productivo o comercial, apenas llega al 8 por ciento del total de productores. SEMANA: ¿Qué papel desempeñan en la reconstrucción del campo los mecanismos desarrollados recientemente, como la Ley de Innovación Agropecuaria? J.G.D.S.: Esta debe ser aprovechada para suplir las necesidades de apoyos integrales y potenciar las oportunidades de los territorios, con una mirada amplia de la ruralidad, y una mayor interacción entre el campo y la ciudad. SEMANA: ¿Cuál sería su consejo para la agroindustria? J.G.D.S.: Que es necesario avanzar en una política agroindustrial con modelos inclusivos de negocios entre pequeños productores y empresas privadas. Hay que superar las debilidades tecnológicas y lograr una mayor inversión en investigación y desarrollo para garantizar productos con la frecuencia, calidad y constancia de un país que cuenta con tierras aptas para la agricultura. SEMANA: Teniendo en cuenta este panorama, ¿Colombia tiene el potencial para convertirse en una despensa que alimente al mundo? J.G.D.S.: La realidad nos plantea que para poder alimentar a la población mundial se tendrá que aumentar la producción de alimentos un 70 por ciento para el año 2050. Colombia tiene un gran potencial para ser una despensa del mundo. De acuerdo con los datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), es el cuarto país de América Latina con tierras disponibles para la producción agrícola; además, es el tercero con mayores recursos de agua, diversidad climática y tasas de precipitación anual, características que favorecen su rol en la producción de alimentos. *Coordinadora editorial de Especiales Regionales de SEMANA.