No podemos desconocer la relevancia de la industria petrolera para la economía colombiana y las finanzas de la Nación. Los aportes llegaron a ser más del 20 por ciento de los ingresos corrientes del gobierno. Sin embargo, las reservas de petróleo no alcanzan para más de seis años, según las actuales estadísticas de British Petroleum. La viabilidad de la industria dependerá de la efectiva reducción del riesgo regulatorio, de la incentivación de la exploración, la promoción de los proyectos para aumentar el factor de recobro –que hoy es solo del 18 por ciento–, y de un riguroso análisis de la posibilidad de extraer crudo mediante la técnica del fracking en el Magdalena Medio, lo cual puede significar un aumento de 15 años de las reservas. Por otro lado, dependerá también de los lazos de confianza en los territorios. La industria debe tener un efecto económico y de transformación social permanente, y no solo temporal, para apoyar el desarrollo productivo de las áreas con proyectos que generen empleos y de calidad. Así mismo, es necesario fomentar la industria de servicios petroleros basada en investigación y desarrollo (I&D), y aumentar la competitividad de nuestro país para crear más tejido industrial. Los éxitos exploratorios de grandes hallazgos, fruto de los contratos de asociación como Apiay (1981), Caño Limón (1983), Cusiana (1989) y Cupiaga (1993), permitieron recuperar la autosuficiencia perdida durante los años setenta. No obstante, los bajos precios internacionales de finales del siglo pasado desincentivaron la inversión extranjera y generaron una década pérdida. También le puede interesar: 19,2 billones de pesos para regalías gracias al petróleo.  En medio de este difícil escenario surgió la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) y se presentó un cambio de los contratos de asociación a contratos de Evaluación Técnica (TEA) y contratos de Exploración y Producción (E&P) en 2003. A todo esto se sumó otro hecho que contribuyó a revivir el positivismo de la industria: la democratización accionaria de Ecopetrol, que aumentó su rentabilidad, incrementó su productividad y fortaleció su gobierno corporativo. *Profesor de la Maestría de Ingeniería de Petróleos de la Universidad de los Andes.