La operación relacionada con la producción de hidrocarburos debe cumplir con exigentes requisitos y acceder a diferentes licencias. Sin embargo, el aval más importante que deben obtener las empresas del sector es el social. Este tema va más allá de las consultas previas, es decir, de la conciliación con los grupos étnicos sobre el desarrollo de proyectos en sus territorios, si hay lugar a ellas; o del relacionamiento anterior que debe realizarse con las comunidades de las zonas de influencia de los campos petroleros. Se trata, según los expertos, de preocuparse por conocer a la gente que vive ahí, identificar cuáles son sus diferentes culturas, intereses y motivaciones, pero en especial, de involucrarlas dentro de los proyectos. De acuerdo con Reinaldo Rodríguez, presidente de Masa y Stork para Colombia y Perú, compañía que presta sus servicios para el sector petrolero, entablar relaciones de confianza, transparencia y coherencia con las comunidades es la mejor práctica para mantener la sostenibilidad de la operación y encontrar oportunidades de riqueza y desarrollo que beneficien a todas las partes. ¿Cómo se logra este beneficio mutuo? Alineando los intereses de las comunidades, las empresas del sector, el gobierno, las administraciones locales y departamentales y las demás asociaciones que hacen parte de esos territorios, explica Rodríguez. El siguiente paso es identificar las iniciativas generadoras de impacto y valor para el desarrollo de los pobladores y que también favorezcan la operación. Como lo señala Antoine Halff, investigadora del Centro para la Política de Energía Global de la Universidad de Columbia, en Nueva York, las buenas prácticas aplicadas por el sector petrolero en Noruega y Brasil deberían tomarse como ejemplo. En esos países se ha demostrado que las iniciativas que más aportan a las comunidades deben estar enfocadas en cultivar la formación del talento humano local, brindar oportunidades para su desarrollo durante las distintas fases de la operación, e impulsar proveedores regionales que respondan a las necesidades de los proyectos extractivos. Con este planteamiento coincide Mario Ardila, gerente de Recursos Humanos de Masa y Stork, quien señala que esta compañía es un buen ejemplo de lo que pueden lograr las petroleras cuando apoyan el desarrollo en la región y fortalecen los encadenamientos productivos. Lea también: ANH se concentrará en autosuficiencia petrolera y en aumentar reservas “Conocer de primera mano la dinámica de las relaciones entre la comunidad y las operadoras petroleras nos ha dado grandes enseñanzas. Con este aprendizaje hemos podido adaptarnos a la evolución social y política de las regiones, y apoyar el crecimiento y las competencias de las poblaciones situadas en nuestras zonas de influencia”, añade Ardila. ¿Cómo agregar valor? Los programas de responsabilidad social empresarial (RSE) que desarrolla Masa y Stork en las zonas aledañas a su operación van de la mano con las iniciativas promulgadas por las operadoras para las que prestan sus servicios. Parte de sus políticas es apoyar la educación en las comunidades. Mediante el Plan Padrino la compañía incentiva la formación de los pobladores en áreas que requieren la operación, así facilitan su posterior entrenamiento con trabajadores experimentados y se generan oportunidades para vincularse laboralmente con el proyecto. El fomento a la capacitación también va dirigido a la generación de iniciativas productivas que le permitan a la población participar en la contratación de bienes y servicios locales.