Lentamente me arrastré hacia adelante en la fila de pasajeros que abordaban el ferri en el puerto de Kupang. Estaba a punto de cruzar el mar de Timor hacia la isla de Roti. Al frente, una larga línea de sombreros al estilo vaquero, de paja y en forma de concha se abría camino por la pasarela. Finalmente, entré a la cómoda sala VIP en la cubierta superior y me acomodé para las dos horas de viaje. Comencé a hablar con un isleño, quien orgullosamente me explicó que el sombrero que veía por todas partes se llama topi ti`i langga raja. “Es único, amamos usarlo en Roti. Viene del siglo XVI, cuando los portugueses estaban acá”.Mi nuevo compañero continuó hablando. La conversación ahora giraba en torno a un pequeño instrumento de cuerda que tenía en sus manos, similar a una guitarra, llamado sasandu. “El marco está hecho de bambú y la parte de afuera de hojas de palma secas. El tubo se coge a través de esta apertura delantera para tocar las cuerdas, como un arpa. El diseño es del siglo VII”. Sombreros e instrumentos antiguos, un buen comienzo pensé. Sería una travesía cultural fascinante. Esa tarde, sentada en Warung (un restaurante local) cerca de la playa, aprendí más sobre el sasandu. Cuenta una leyenda que había un niño llamado Sangguana que vivía en Roti y trabajaba en el campo. Un día, cansado se acostó a dormir debajo de una palmera. Soñó que tocaba un instrumento del que salía una melodía encantadora. Cuando despertó se sorprendió de recordarla a la perfección así que decidió volver a dormirse para seguir escuchándola. Soñó con el mismo instrumento y la misma melodía. Para no olvidarlos, trató de recrear el instrumento con las hojas de la palmera que lo cubría.
Este es el topi ti`i langga raja, un sombrero caracterísitico de la isla de Roti. Foto: iStockTuve la oportunidad de tocarlo en mi habitación frente al mar. Mat, el dueño de las cabañas donde me hospedaba, tenía un sasandu de 28 cuerdas y me dio una pequeña clase. En cualquier lugar al que se vaya en Roti se encuentra este tipo de palma. Crece de manera abundante en la isla y se usa para varios propósitos: fabricar los techos de las casas, endulzar las comidas y preparar recetas típicas como las tortas de Roti hechas de azúcar de palma cristalizada. Son deliciosas. Caminando por la playa me encontré con otra sorpresa: cerdos. Oía a su dueño llamándolos desde el otro lado a cada uno por su nombre. Muy obedientes, los cerdos iban hacia él pasando justo a mi lado, soplando y olfateando mientras avanzaban. Era la primera vez que veía cerdos en una playa. Muy temprano a la mañana siguiente me encontré con productores de algas marinas en Oenggaut Beach. Una mujer mayor llamada Ole me contó que este ha sido su trabajo durante 16 años. “Salgo a recolectar algas marinas por 4 horas durante la marea baja, en un buen día puedo recoger hasta 10 kilos. El precio en el momento es de 10.000 rupias por kilo (USD 75c) que es suficiente para mí y para mi familia. Antes de trabajar en esto cultivaba la tierra, ese era un trabajo más duro. Amo el mar y amo mi trabajo” .Ole bajó su balde lleno de algas oscuras y enredadas para contarme más sobre su isla. “Roti sigue siendo un reino y seguimos manteniendo tradiciones antiguas”. Y continuó explicando cómo la tierra está dividida en dos partes. Una es conocida como Amanecer y la otra como Atardecer. Cada una se encuentra bajo el mando de un hombre y una mujer. Algunos de los clanes tienen sus propios derechos ceremoniales únicos. “En nuestro festival del año nuevo los hombres de la isla se visten con su topi ti`i langga raja y hacemos ofrendas a nuestros ancestros. Las mujeres bailamos al ritmo del sasandu. Ojalá puedas volver para esa fecha”, me dijo con una amplia sonrisa. En el festival también presentan el baile local de foti. Esa noche, Mat trató de describirme este baile complejo, elegante y con estilo de vaquero que involucra un increíble manejo de los pies, muy parecido a un baile irlandés. *Periodista de viajes.