Solo dos décadas después del final de la Segunda Guerra Mundial Japón le demostró al mundo que las heridas habían sanado. Las dos bombas atómicas que redujeron a cenizas a por lo menos 100.000 de sus habitantes y las consecuencias para su industria y economía se habían superado, y de qué manera. En 1964 el país fue sede de los Juegos Olímpicos y aprovechó la atención internacional para inaugurar el primer tren bala del planeta. Shinkansen es el nombre de esta poderosa máquina que conecta a las ciudades de Tokio y Osaka. Su velocidad: 300 kilómetros por hora. Le podría interesar: Japón, líder en innovación tecnológica Como un milagro calificaron muchos la reaparición de Japón en el escenario internacional. Sin yacimientos mineros o de petróleo y con menos del 11 por ciento de sus tierras cultivables, supo aprovechar un capital aún más importante: el humano. Después de la guerra, los japoneses se dedicaron a reconstruir su país y desarrollar nuevas tecnologías. Rápidamente la nación avanzó en innovaciones para el sector automotor y comenzó a brillar en grupos como el de la informática, la electrónica y la robótica. Sus productos competitivos comenzaron a ser muy demandados en los mercados internacionales y esto fomentó la circulación de moneda extranjera dentro del país e impulsó la reactivación de la infraestructura y la economía. También puede leer: De cómo Japón dejó de ser una nación aislada para convertirse en potencia Los japoneses también incorporaron un concepto novedoso (para la época) que se convirtió en una meta nacional: la calidad. Gracias a ella han sobresalido en los mercados extranjeros y superado las crisis y cambios macroeconómicos. Por ejemplo, en la década del noventa soportaron la revaluación de su moneda frente al dólar (por presiones internacionales), que los ponía en situación de desventaja para exportar. En la misma época resistieron una fuerte crisis económica, ocasionada por el incremento excesivo de los precios de los bienes raíces como resultado de la especulación. El nivel de su educación, la dedicación y disciplina para trabajar y alcanzar metas a largo plazo, la calidad de vida, longevidad de su población y los bajos niveles de desempleo terminaron por convertirlo con los años en un referente en innovación tecnológica y en la tercera potencia económica del mundo. *Magíster en Economía de la Universidad de Tsukuba, Japón.