En la cultura japonesa la escritura y la lectura ocupan un lugar casi sagrado. Durante su periodo de modernización, conocido como la era Meiji, los nipones dieron un paso al atender la educación básica, en busca de formar capital humano. Esa táctica le permitió al país dar ejemplo en progreso social y económico. Con base en su experiencia, desde 2003 Japón decidió expandir su conocimiento por el mundo. Y así lo hace en Colombia, donde ha aportado a la construcción de 150 bibliotecas (diez por año). Gracias a estas obras, más de 2 millones de colombianos se han beneficiado y enamorado de la lectura. Como explica Keiichiro Morishita, embajador del Japón en el país, “la experiencia nos ha enseñado que la educación impulsa el desarrollo”. También puede leer: La literatura japonesa revela el alma de las cosas En 2003, en la vereda de Inzá, Cauca, abrió sus puertas a la primera de estas bibliotecas. Surgió de una iniciativa de la comunidad para rescatar la cultura nasa y campesina por medio de los libros. Hoy, a este espacio público llamado La Casa del Pueblo, asisten cada mes cerca de 1.500 personas que consultan más de 600 libros. Este edificio ganó el Premio Nacional de Arquitectura en 2004, y en 2017 recibió el Premio Nacional de Bibliotecas Públicas Daniel Samper Ortega, otorgado por el Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia. Tiempo después, en 2008, justo para los 100 años de relaciones de amistad entre colombianos y japoneses, el programa llegó a la cifra de 100 bibliotecas entregadas, principalmente en poblaciones alejadas de las cabeceras municipales, donde las casas de cultura hacían las veces de bibliotecas atiborradas de libros antiguos y desactualizados. Ahora las comunidades cuentan con bibliotecas que ofrecen además espacios como ludotecas, zona de estantes de material bibliográfico actual y áreas de computadores. Le puede interesar: Un japonés es el “abuelo de las matemáticas” en Colombia El país asiático sigue apostando por la educación de los niños, y los colombianos viven agradecidos por ello. Pero su generosidad va más allá de los libros. Desde 2016, funcionarios de la embajada de Japón visitan las bibliotecas para compartir una presentación sobre su país, enseñar su idioma y realizar talleres de origami y caligrafía. “Sobre Japón conocía a Dragon Ball Z, Pokemón y Naruto, pero ahora puedo escribir mi nombre en japonés y quiero presentarme a una beca para estudiar allá en el futuro”, dijo un niño cundinamarqués tras tener su primer acercamiento con esa cultura. En Boyacá y Tolima decenas de jóvenes también han podido aprender sobre el país del sol naciente y ampliar su perspectiva. Así lo cuenta Sara Acuña: “Lo que más me gusta hacer con mi hermana Angie es venir a leer a la biblioteca. La de Toca es bonita, tiene libros de literatura, poesía, leyendas y mitología”. Adicionalmente, la mayoría de las bibliotecas realizan programas de lectura como Leer es mi cuento, Lectura y escritura, Biblioteca escuela y Adulto mayor, entre otros. Así mismo, hay actividades de extensión bibliotecaria en las veredas de los municipios. La embajada de Japón en Colombia espera continuar con esta estrategia de gran importancia en las relaciones de cooperación. Por ahora sus funcionarios están atentos a escuchar las nuevas ideas y planes del Ministerio de Cultura.