Desde hace 60 años el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos (CRAC) trabaja para que las personas ciegas sean autónomas e independientes y puedan participar de diferentes rutas de inclusión social (laboral, de ocio y tiempo libre y de educación). En 2007 tuvo que iniciar un proceso de desinstitucionalización, pues desapareció la figura de los internados. Como la operación del CRAC estaba en Bogotá y ya no había donde alojar a los usuarios de las regiones que se movilizaban hasta la capital para recibir atención; fue necesario crear una nueva estrategia para que el servicio llegara a todo el territorio nacional. Así nació la iniciativa “Nadie sin rehabilitar”, que todavía permanece activa.
El primer paso, precisa John Jairo Erazo, coordinador de Regionales del CRAC, fue establecer alianzas institucionales con entidades públicas y privadas de distintos sectores como salud, educación, gobierno, asociaciones de personas con discapacidad visual y ONG, entre otras, en los diferentes departamentos.
“Los primeros en sumarse fueron El Hospital San Vicente Fundación Medellín, el Club Rotario y Comfenalco Antioquia. Nosotros teníamos el conocimiento y ellos los recursos”, cuenta Gladys Lopera, directora general del CRAC. Las siguientes dos alianzas se produjeron en 2010, una en Cali y la otra Valledupar, con un modelo similar. Desde entonces, cerca de 50 entidades se han vinculado a esta iniciativa.
La posibilidad de que las personas ciegas pudieran asistir a rehabilitación en su municipio o ciudad les generó nuevas oportunidades de vida. “En Inírida, por ejemplo -cuenta Lopera- comenzaron a ir a los centros de salud o a la Alcaldía a hacer ellos mismos sus diligencias. Esa autonomía que han ido adquiriendo les da un grado de participación en la sociedad, pues no se trata de mendigar la inclusión sino de demostrar que son personas independientes”.
A través de este modelo de rehabilitación integral, que fue validado por representantes de la Unión Latinoamericana de Ciegos (ULAC), se han atendido de forma efectiva a más de 6.000 mil personas en las distintas regiones del país. En la actualidad, se desarrollan acciones en los departamentos del Atlántico, Cauca, Santander, Meta, Cesar, Antioquia, Valle del Cauca, Caldas, Norte de Santander, Magdalena, Córdoba y Nariño. “Este esfuerzo incluye la atención a niños ciegos entre 4 y 14 años, un trabajo especial con sus docentes, familias y la comunidad educativa para generar un verdadero ejercicio de inclusión social”, explica Erazo.
Adicionalmente este año el CRAC estableció una alianza con el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) para ofrecer talleres en competencias blandas, un espacio que contribuye a mejorar el perfil funcional de las personas ciegas y aumentar sus posibilidades de vinculación laboral.
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La pandemia cambió las dinámicas de la mayoría de entidades del mundo y en Colombia el CRAC no fue la excepción. Por eso durante este 2020 la teleorientación ha sido clave para continuar con los procesos de rehabilitación en las regiones. La institución ha estado trabajando con herramientas virtuales y de comunicación para que las personas con discapacidad visual y sus familias puedan acceder a sus servicios.
A lo largo del año se realizaron 107 talleres, con la participación de 1.420 usuarios, varias capacitaciones adicionales sobre el entorno digital y hubo asistencia psicológica permanente para minimizar los impactos del confinamiento en la salud emocional y mental de las personas ciegas.
En las zonas rurales con problemas de conectividad se tuvo que recurrir a otras estrategias. Erazo cuenta que, por ejemplo, “en municipios como San Lorenzo, en Nariño, y en articulación con la Alcaldía, se facilitó el traslado de las personas que viven fuera del casco urbano hasta un lugar donde había red disponible, para que pudieran acceder al servicio de rehabilitación. Es parte del trabajo que se logra con las alianzas”.
Precisamente en San Lorenzo nació José James Córdoba Montero, de 52 años. Perdió la visión cuando tenía 36 y en 2016 ingresó al Comité de Discapacidad del municipio. Desde entonces se ha dedicado a labores sociales que buscan el bienestar de la comunidad de personas con discapacidad visual en la región. Actualmente están registradas en el censo del DANE 12 personas, de las cuales 7, entre ellas José, participan en el proceso de rehabilitación del CRAC que comenzó en agosto de este año.
“Me ha servido mucho porque tenía problemas de memoria. Comencé a trabajar el sentido del tacto y la audición. Trato de mejorar mi movilidad, porque mi meta es lograr ser una persona independiente. La teleorientación me ha motivado mucho”.
Regionales del CRAC evalúa retomar la atención presencial, o en alternancia, para 2020. Sin embargo, reflexiona Erazo, “la pandemia continúa así que tendremos que seguir trabajando en ambientes tecnológicos y profundizar más en las metodologías”.
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