Existen tres tipos de hombres: los vivos, los muertos y los navegantes. Su último atraque como comandante del buque escuela Gloria fue una tarde de octubre de 2002. Caía el sol en Cartagena y mientras retumbaban los pitos la maniobra finalizaba. Tan pronto cayó el portalón, la tripulación empezó a descender para abrazarse con sus familias que aguardaban en el muelle. Después de besar a mi madre, de estrechar entre sus brazos a mi hermana, se acercó para preguntarme si, en su ausencia, había cuidado bien a las mujeres de la casa. El pasado 21 de julio tuve la oportunidad de revivir esa sensación de estar en el muelle esperando a mi papá. Quienes descendieron esta vez del portalón fueron otros padres y más de 50 mujeres que integraban la tripulación. Como es costumbre, en el muelle los esperaban sus familiares y algunos trabajadores del Grupo Puerto de Cartagena, quienes supervisaron la maniobra de atraque y las medidas de seguridad. Este puerto, con más de 500 años de historia, ha sido desde 2006 el punto de amarre de cuatro ediciones del Sail Cartagena, una cada cuatro años. Durante este evento recibimos 1.556 marineros a bordo de nueve embarcaciones. Siete veleros y dos fragatas que se abarloaron de la siguiente manera: la fragata estadounidense USCGC Hamilton en el muelle turístico de Manga y el velero mexicano Cuauhtémoc, en el muelle de La Bodeguita. En los muelles 1, 2 y 3 de la Sociedad Portuaria Regional de Cartagena, el Buque ARC Gloria y los buques insignia de Brasil, Cisne Branco; de Argentina, ARA Libertad; de Chile, Esmeralda; de Perú, BAP Unión; de Portugal, NRP Sagres y la fragata FNH Lempira de Honduras. Le recomendamos leer: Cómo lograr que Colombia sea un mejor destino para los turistas Durante los cinco días que tuvimos la oportunidad de vivir el Sail en nuestra terminal portuaria, 39.065 personas ingresaron a los muelles y embarcaciones. Pudieron sentir la madera de las cubiertas, el olor del salitre acumulado en las drizas y la majestuosidad de un pedazo de patria rodeado de mar. Toda la ciudad se contagió del espíritu marinero y cientos de colombianos recordaron que somos una Nación privilegiada con dos mares. En el puerto se trabajó las 24 horas del día en tres turnos, 1.124 toneladas de agua se entregaron a los buques y se recogieron 190 metros cúbicos de residuos de las embarcaciones. El 26 de julio fue el zarpe. Yates y lanchas acompañaron a las embarcaciones hasta despedirlas al final de la bahía. Los veleros continuaron hacia el norte, rumbo a México. Para ese momento ya habían navegado más de 8.000 millas náuticas que comenzaron a sumar el 25 de marzo cuando zarparon en Río de Janeiro. El puerto despidió así, una vez más, a esos hombres que conservan la lucidez en medio de una inmensidad donde no existen las señales.*Analista de comunicaciones y mercadeo.