A lo largo de la década de los ochenta, bastaba con una llovizna para que las operaciones de los puertos colombianos se detuvieran. La razón de esto era que Colpuertos, la empresa pública que administraba las terminales portuarias, estaba bajo el control del clientelismo y de las absurdas exigencias de sus trabajadores. Era tanta la ineficiencia de aquella institución que entre 1987 y 1988 las terminales de Buenaventura y Cartagena estuvieron inactivas un 40 y 50 por ciento, respectivamente.Aquella situación producía enormes pérdidas económicas, limitaba la competitividad de los productores nacionales en el comercio internacional y generaba sobrecostos en las importaciones. En pocas palabras, Colpuertos era un verdadero cuello de botella para el desarrollo nacional.También le puede interesar: donde todo comenzó. Para poner fin a dicha problemática, pocos meses después de iniciado mi gobierno, firmé la Ley 1 de 1991, que liquidó Colpuertos y creó un sistema de concesiones. De esta manera, se abrió la posibilidad de que los inversionistas privados impulsaran la modernización de los puertos.Esta reforma produjo resultados que a la luz de la experiencia han sido exitosos. Un ejemplo de ello es que mientras Colpuertos llegó a movilizar, de mala manera, menos de 5 millones de toneladas por año, en 2016 más de 200 millones de toneladas pasaron a través de las terminales marítimas de nuestro país.En el caso de la bahía de Cartagena, los resultados se aprecian en la reducción del 60 por ciento de los costos de operación y la apertura de 25 sociedades portuarias públicas y privadas, que en 2016 movilizaron casi 40 millones de toneladas.Dentro de estas se destaca el Grupo Puerto de Cartagena, administradora de la terminal marítima de Manga. Esta organización, desde que se creó en 1993, se ha enfocado en la modernización de sus procesos, en el mejoramiento constante de su infraestructura y en la sofisticación de su equipo de logística.Gracias a esto, dicha sociedad hoy moviliza la mitad de la carga que circula por la bahía y es el punto de entrada del 98 por ciento de los cruceristas que visitan Colombia. Además es un punto de conexión internacional fundamental para todo el Caribe.Estas cifras y el caso cartagenero son evidencia de la importancia de que, por medio de reformas bien concebidas, con liderazgo y decisión, es posible impulsar el desarrollo del país y mejorar los problemas que hoy parecen insolubles.*Expresidente de Colombia.