Si se pudiera entrar en la mente de una persona se oiría un gran bullicio provocado por el constante bombardeo de imágenes, pensamientos, ideas, comentarios y estímulos sensoriales. Hay tanto que ver, pensar y hacer que este órgano dificilmente puede enfocarse en una cosa a la vez. La llegada de tecnologías que facilitan la vida pero son muy intrusivas, ha contribuido a fragmentar su atención. La consecuencia de todo ello es cansancio, estrés y poca productividad. En medio de ese entorno caótico, la meditación tipo Mindfulness se ha perfilado como el antídoto perfecto para acallar ese ruido y ofrecer a las personas mayor bienestar físico y felicidad. Esta práctica, creada por el médico estadounidense Jon Kabat-Zinn hace más de 30 años, busca centrar la atención en las actividades que se hacen en el momento. “Con ella se logra pausa y se toma consciencia de cada actividad”, explicó a SEMANA Camilo Hidalgo, psicólogo de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz y socio de Mindfulness Consulting. La falta de conciencia en el ahora hace que la gente se enfoque en las frustraciones del pasado y en la angustia del futuro. “Esto genera poca satisfacción y representa un desgaste energético”, añade Hidalgo. La práctica de Mindfulness crea una conciencia con la cual la mente “presta atención concreta, sostenida, deliberada y sin juzgar el momento presente”, dice Kabbat-Zin en su libro. Steve Jobs, cofundador de Apple, la practicaba para tomar decisiones. El director de cine David Lynch la considera una fuente de energía, creatividad y felicidad. Otros famosos como Oprah Winfrey, Arianna Huffington y Anderson Cooper son adeptos, y detrás de ellos hay miles de personas, desde deportistas hasta militares de alto rango del Pentágono que la integraron a su vida para relajarse y enfocarse. En la reunión de Davos de 2013 se ofreció una sesión de Mindfulness para los empresarios más poderosos del mundo. Multinacionales como General Motors, Reuters y bancos como Credit Suisse o HSBC, así como Google o Apple, la utilizan para mejorar la productividad. Muchos otros lo hacen con fines médicos. Se calcula que en 2007 los estadounidenses gastaron más de 4.000 millones de dólares en esta técnica como alternativa a la medicina tradicional. El éxito de Mindfulness se debe a que Kabat-Zinn seleccionó solo los ejercicios más efectivos de la meditación budista, desechando los elementos religiosos, y los empaquetó con ese nombre, que en español significa conciencia plena. “Hizo a esta meditación más psicológica que espiritual”, dice el psiquiatra Ariel Alarcón, de Real-lax, una empresa que ofrece cursos de Mindfulness. Ello permitió su entrada a la práctica médica pues al no tener tintes religiosos podía aplicarse a todos los pacientes. Además de esto, Kabat-Zinn le dio un soporte científico que le hizo ganar prestigio. En los primeros estudios, por ejemplo, el experto observó que con la técnica sus pacientes reducían los niveles de dolor crónico o mejoraban las enfermedades psicosomáticas, como la psoriasis. Ahora, hay más de 500 estudios publicados sobre esta práctica y en casi todos se observan beneficios no solo para calmar la ansiedad sino para la depresión, el trastorno bipolar y el cáncer. La diferencia entre Mindfulness y la meditación tradicional es que se lleva a cabo en cualquier momento o lugar, no hay que adoptar una posición de flor de loto ni poner la mente en blanco. En la primera etapa se le pide a la gente que observe lo que sucede en la mente, tanto las imágenes sensoriales, como los pensamientos, sin detenerse a pensar ni hacer juicios. Lo más probable es que aparezcan ideas cargadas de emoción, como por ejemplo, la angustia de terminar un proyecto. “Eso es normal y no se pretende luchar contra ellas sino dejarlas pasar y que la mente vaya a donde quiera”, explica Alarcón. Pero con la práctica constante de la técnica la persona logrará suprimir esos pensamientos y privilegiará las imágenes. Este simple ejercicio producirá tal descanso mental que hará sentir a la persona más energía y bienestar. “Nos da una mejor perspectiva de las cosas”, señala a SEMANA Ellen Langer, profesora de la Universidad de Harvard y experta en el tema. Cuando el individuo es experto esta práctica se vuelve una actitud frente a la vida. “La mente es el instrumento para alcanzar la felicidad y solo se requiere afinarla todas las mañanas con ejercicios, como quien reza o hace actividad física”, dice Alarcón. Aunque hay libros y aplicaciones que la enseñan, los expertos afirman que para obtener los mejores beneficios es necesario tomar un curso con profesionales. Una persona puede esperar ejercicios como caminar plenamente consciente de cada paso que se da, u observar una uva pasa, desde la textura de su piel hasta la experiencia de degustarla. Aunque parezca tonto, todo ello ayuda a acallar el ruido de la mente y a dar perspectiva. Por eso uno de los principales aportes de la técnica ha sido en el campo del estrés. Uno de los primero trabajos hechos por Kabat-Zinn mostró que ayudaba a mejorar las tensiones causadas por la enfermedad pues el paciente lograba separar la experiencia diaria del dolor. “Si bien no cura la enfermedad la gente vive con una mejor calidad de vida”, dice Kabat-Zinn. Varios estudios posteriores muestran que también ayuda a disminuir la presión arterial y los niveles de cortisol, la hormona que desencadena el estrés. En consecuencia, también se ha visto que fortalece el sistema inmunológico. También se ha observado que genera mayor concentración, mejora la memoria y genera menos reacciones emocionales debido a que reduce los pensamientos negativos que limitan y predisponen. Los campos de aplicaciones son numerosos. Expertos de la Universidad de Florida encontraron en una investigación que Mindfulness mejora la resiliencia de los soldados combatientes de Estados Unidos. Otros han visto un impacto positivo de la técnica en el estrés postraumático. Incluso se dice que puede influir en el ADN pues se observó que protege los telómeros, aquellas terminaciones al final de los cromosomas, cuyo corto tamaño se correlaciona con cáncer, problemas del corazón y diabetes. Le puede interesar: Big Data: el gigante dormido de la tecnología. Toda esta evidencia lleva a pensar que este tipo de meditación no es una moda más. Sus críticos, sin embargo, dicen que aún faltan más estudios para conocer su verdadero alcance. Pese a la vasta literatura científica sobre el tema señalan que muchas de las investigaciones han sido hechas sin el rigor metodológico necesario. Para otros el problema es que se ha vuelto una panacea que se ofrece para curar cualquier cosa, y en ese sentido “el tema se ha vuelto un poco esotérico”, dice Alarcón. Sin embargo, al ser una práctica milenaria renovada mediante un nuevo nombre y un buen sistema de mercadeo, muchos consideran que está aquí para quedarse. Entre otras cosas porque, como dice Langer, el estado de conciencia plena es el natural de la mente cuando una persona tiene incertidumbre. Lo que pasa es que con tantos estímulos tecnológicos y el corre-corre del mundo moderno, al ser humano se le ha olvidado sostenerlo. “Todo es nuevo y está en constante cambio pero creemos erróneamente que lo sabemos y por eso no lo notamos”, concluye la experta. Los que han vivido la experiencia de vivir a conciencia plena han visto el cambio. Señalan que ahora prefieren dejar a un lado sus teléfonos en los trayectos de la casa a la oficina y simplemente observar lo que pasa a su alrededor. Muchos ven cosas diferentes: árboles, personas o sonidos que antes no percibían por tener su mente en otros lugares. *Directora de mercadeo B2B de Telefónica Movistar.