Durante muchos años, la lluvia fue para Yazmina Moreno una especie de bendición amarga. La necesitaba en abundancia para sobrevivir, pero cada vez que llegaba le tocaba rezar para que no se llevara con ella su precaria casa de tablas de madera construida a orillas del caudaloso Atrato.“Eso era muy complicado porque cuando llovía se crecía el río y se metía por debajo y por encima porque el techo estaba roto. Pero si no llovía estábamos sin agua para lavar y cocinar”, explica esta mujer de sonrisa amplia y manos curtidas por una vida de incontables esfuerzos.Por eso recuerda con nitidez ese día de principios de 2017, cuando una funcionaria de una entidad estatal fue a buscarla hasta su propia puerta para decirle que había sido seleccionada como beneficiaria de uno de los apartamentos de Ciudadela Mía, el conjunto residencial que se estaba construyendo en Quibdó como parte del programa de las 100.000 viviendas gratis del Gobierno Nacional. “Fue el día más feliz de mi vida”, dice Moreno sin dudarlo, y nuevamente una sonrisa se dibuja en su rostro.Algo parecido sintió Yanila Chaverra, una madre soltera de dos hijos de 12 y 15 años, cuando recibió esa misma noticia. Aunque en su casa también mantenían esa ambigua relación con la lluvia, otras carencias hacían mucho más difícil la vida cotidiana. “La verdad nunca habíamos tenido un baño privado. Lo pedíamos prestado en casas ajenas. Por eso cuando les conté a los niños que íbamos a vivir en uno de estos apartamentos, lo primero que me dijeron fue que por fin iban a dejar de pedirles permiso a los vecinos para hacer sus necesidades”.Como Moreno y Chaverra, otras 1.500 familias vulnerables en la capital del Chocó pudieron acceder por primera vez a una casa propia. Muchas de ellas quizá nunca se lo imaginaron, pues lo más común en esa ciudad, donde según las cifras oficiales cuatro de cada diez personas son pobres, es vivir en arriendo y con el trasteo listo para cuando el dueño decida sacarlos. Y aunque eso no ocurriera, las condiciones eran casi siempre deplorables. Isaías Chalá, alcalde de Quibdó, asegura que el 83 por ciento de los hogares está en asentamientos informales, es decir, sin acceso a servicios públicos y en zonas susceptibles a inundaciones o deslizamientos.Por ello la importancia de un proyecto como Ciudadela Mía. De acuerdo con las cifras que maneja Julio Álvarez, secretario de Planeación municipal, este complejo de apartamentos redujo el déficit de vivienda un 30 por ciento en la ciudad. Pero sin duda lo más importante es que se convirtió en el comienzo de una nueva vida para las más de 9.000 personas que llegaron a habitarlo. “Basta mencionar el cambio en términos de salud pública. Las familias recogían agua lluvia o la tomaban de la quebrada contaminada. En sus apartamentos, en cambio, tienen agua potable permanente y de buena calidad y un sistema de alcantarillado que evita los malos olores y las infecciones”.Álvarez también destaca la infraestructura que se está construyendo a su alrededor. Además de un colegio para 1.200 estudiantes, se tiene proyectada una biblioteca y un centro de atención para la primera infancia. “Eso me tiene contenta. Mis hijos ya no van a pasar los mismos peligros que cuando vivíamos en la otra casa. Allá había mucha violencia y vivía asustada porque en cualquier momento los podía matar una bala perdida. Ahora estamos mucho mejor y por fin vemos que existe un futuro digno para nosotros y nuestras familias”, concluye Moreno.*Periodista.