Las puertas de estos centros comerciales se abrieron hace menos de 15 años. La mayoría ya tenía claro que debía concentrarse en una amplia y variada oferta de almacenes, por supuesto, pero sobre todo de experiencias. Comprar dejó de ser la motivación principal de sus visitantes. Por eso desde el concepto arquitectónico hasta el catálogo de servicios se pensó detalladamente. Los usuarios hoy se fijan en todo: las acciones que garanticen una operación más amigable con el medioambiente –canecas para la separación de residuos, el aprovechamiento de la luz y ventilación natural, entornos más verdes–; los espacios recreativos para niños, la propuesta gastronómica, alternativas de entretenimiento más allá de los cines, facilidades para ir con las mascotas, espacios para guardar las bicicleta, puntos de recarga para vehículos que funcionan con energía, y servicios que permitan resolver varios asuntos en un solo lugar. Lea también: Centros comerciales con más de 15 años en el mercado Esta nueva generación de centros comerciales tuvo en cuenta las expectativas de todos: de los usuarios tradicionales, para quienes sigue siendo un gran plan comerse un helado en el centro comercial los domingos o pasarse una tarde vitriniando, y los millennials, ansiosos de experimentar y compartir el resultado en sus redes sociales.