Vivimos un tsunami tecnológico que no para de sacudirnos. Estamos en medio de una revolución digital que afecta todos los aspectos de nuestras vidas. La economía, la cultura, la política, la sociedad, están en transición. Los principios de funcionamiento de nuestros hábitos y formas de vivir están en revisión absoluta. Los orígenes de este sacudón científico y tecnológico se encuentran en el siglo XVIII, al inicio de la primera revolución industrial. Hoy, cuando presenciamos la cuarta, somos testigos de una avalancha de transformaciones difíciles de asimilar y detener. Una de ellas comenzó en 2008. En ese año la población global urbana igualó a la rural. A partir de entonces la primera no ha parado de crecer. Se espera que en 2050 el 72 por ciento de los habitantes del planeta vivan en ciudades. Como decía al principio, el tsunami tecnológico se siente en todos los ámbitos y ha provocado cambios en la economía; tanto que hoy el principal factor de riqueza es el conocimiento. Por eso crecen las ciudades, porque son el hábitat natural donde este puede desarrollarse y extenderse. Es el conocimiento el que las convierte en epicentros de formación académica, desarrollo profesional y realización personal. El poder de las urbes define al mundo actual. Para 2025, de acuerdo con los pronósticos de los especialistas, el 60 por ciento del PIB global será producido por las 600 primeras ciudades en términos de población. El ‘retail’ y la urbe Les hablo de las ciudades porque en ellas nació el retail y, a lo largo de la historia, ha convivido en sus zonas urbanas. Sin embargo, esta estrecha relación vivió un leve divorcio en la segunda mitad del siglo pasado debido al uso generalizado del coche privado por parte de las clases medias. Aquel cambio tecnológico dio lugar a la ciudad extendida típicamente estadounidense, al modelo de malls de extrarradio y de parques comerciales asociados a carreteras y autopistas. El retail se alejaba del sofoco del centro de la ciudad para buscar espacio y seguridad en emplazamientos autónomos. Con la digitalización y la irrupción del comercio electrónico, la necesidad de desplazarse hasta estos malls alejados se ha ido reduciendo progresivamente. En Estados Unidos hemos visto cómo miles de centros comerciales de extrarradio han cerrado sus puertas en la última década, víctimas de la comodidad del e-commerce. Ante esta situación, el retail físico experimenta hoy un proceso de regreso a la ciudad y de acercamiento a sus clientes, que viven mayoritariamente en entornos urbanos. La digitalización, lejos de promover la dispersión de la población seducida por las promesas del teletrabajo, está propiciando la concentración de la vida en las ciudades, donde residen las oportunidades y el anhelo de una vida de proximidad. La conciencia ecológica hace que nos cuestionemos por nuestros largos desplazamientos en auto y que prefiramos cada vez más el uso del transporte público y de los medios de movilidad sostenibles. Hay una revalorización del espacio urbano. Hoy se califica a las ciudades por sus índices de caminabilidad y su capacidad de asegurarles a sus habitantes una vida más saludable. Lea también: ¿Comprar en la tienda o hacerlo en línea? La teoría urbanística ha abandonado el modelo del zoning –propio del siglo XX– y del coche privado como estructurador, dando lugar a otros más interesantes y humanos como los denominados TOD (Transit Oriented Developments). Los TOD promueven policentros urbanos estructurados sobre una red de transporte público e impulsan el uso de diversas formas de movilidad para reducir los desplazamientos y propiciar vidas de proximidad. En este nuevo modelo, el uso articulador es el retail, que se instala en todos esos policentros y en las calles principales de los centros urbanos como elemento de cohesión y continuidad. ¿El apocalipsis? Nuestras nuevas ciudades no estarán estructuradas en barrios de acuerdo con sus usos (residencial, comercial, oficinas) sino por un continuo de policentros vinculados a estaciones de transporte y a edificios y desarrollos de uso mixto. El nuevo retail físico, de vuelta en la ciudad como elemento articulador, se acerca a los flujos humanos para poder sostenerse y asegurar su rentabilidad. Este modelo se impulsa con vigor en los nuevos crecimientos urbanos de China y de Asia. Y también comienza a desarrollarse como tendencia en el resto del mundo, incluyendo a América Latina y Europa. Se habla mucho de la crisis del retail físico mediante calificativos tremendistas como el “apocalipsis del ‘retail”’, utilizado hace algunos años; y anticipando su supuesta desaparición y reemplazo por el e-commerce. Sin embargo, la necesidad humana de contacto e integración en comunidad ha hecho renacer al retail físico, que tiene un futuro promisorio como estructurador del mixed-use y de las vidas de proximidad. Y tiene un papel protagónico en la generación de ciudades más verdes, más pausadas y, por ende, más humanas. * Director de la firma Broadway Malyan.