El conflicto armado colombiano, entre sus grandes tragedias, desplazó en forma forzada a 6 millones de víctimas. Se trata de personas que aún hoy no han podido regresar a sus territorios. Una de esas víctimas, Carlos Yamil Páez, en mayo de 1997 tuvo que salir de sus tierras en Urabá. Paramilitares pertenecientes al Frente Arlex Hurtado amenazaron a siete familias, asesinaron a dos campesinos y vendieron 12 predios bajo presión.
En medio del desconsuelo, Páez asumió el liderazgo de la reclamación y con el tiempo se convirtió en un líder de la restitución de tierras en Urabá, parte de Córdoba y el Bajo Atrato. Durante 20 años ha acompañado a más de 400 familias, de las cuales 50 han logrado una sentencia favorable. Además, fue ficha esencial en un proceso judicial de 10 años ante la Corte Suprema de Justicia, por la restitución de predios a siete familias del municipio de Turbo. Veinte de los reclamantes murieron durante el juicio. Su noble causa le ha traído enormes dificultades, como amenazas contra su vida y denuncias por usurpación de tierras, que le han significado su exilio. Pero su historia se mantiene en medio de un país donde 77 líderes de restitución han sido asesinados, 22 de ellos en Urabá.
Hoy, desde la distancia y con la ayuda de los abogados de la Fundación Forjando Futuro y de la Unidad de Restitución de Tierras, mantiene su compromiso. Enseña a los campesinos a iniciar el proceso, a buscar quedar inscritos en los registros de restitución y a hacer seguimiento a los juicios en curso.