Lo que inició de manera intuitiva, basado en años de experiencia de un pediatra consagrado al bienestar de sus pequeños pacientes, es ahora un programa colombiano que salva vidas de bebés prematuros. Luego de cuatro décadas, la ciencia ha demostrado que algo tan sencillo como el contacto permanente de la mamá con su bebé recién nacido –piel a piel, como lo hacen los canguros–, la alimentación con leche materna y el seguimiento sistemático de las condiciones físicas, emocionales y mentales del bebé al menos por un año, pueden asegurar no solamente la sobrevivencia del recién nacido, sino su calidad de vida. El pediatra se llamó Édgar Rey Sanabria. Se inventó la posición canguro en humanos porque en el departamento de pediatría que dirigía en el Instituto Materno Infantil nacían bebés de bajo peso o antes de las 40 semanas y no había suficientes incubadoras para mantenerlos y monitorearlos. Eran unos 100 bebés diarios, y la tercera parte pesaba menos de 2.500 gramos. Las infecciones eran comunes, los bebés morían o eran abandonados. El doctor Rey resolvió estabilizarlos teniéndolos calientitos en el pecho de su madre el mayor tiempo posible: bien alimentados y en sus hogares para evitar contagios. El método canguro ha ido consolidándose con los años. Hoy, 54 hospitales públicos de todo el país tienen una unidad neonatal exclusiva para el programa y la Fundación Canguro –creada en 1994– se ha encargado de transferir el método a más de 50 países desarrollados y en desarrollo, donde cada vez hay más compromiso por parte de cuidadores –pediatras, oftalmólogos, otorrinolaringólogos, psicólogos, trabajadores sociales– y de las propias familias. Entre ellos el Hospital Mederi. Las cifras de su programa Canguro de 2018 son elocuentes. De acuerdo con la pediatra Sandra León, “el programa Madre Canguro ha demostrado ser una estrategia efectiva en los resultados clínicos de los niños a quienes se les hace el seguimiento durante el primer año”. Ha logrado prevenir la ceguera en los bebés canguro que fueron diagnosticados con retinopatía, disminuir las hospitalizaciones a un 17 por ciento, recuperar peso, talla y perímetro encefálico, llegando a niveles normales en más del 70 por ciento de los bebés y una mortalidad igual a cero. Casos aquí y allá Hablar de mamá canguro puede ser limitante. Juan Miguel Gallego, por ejemplo, se presenta como papá canguro. Profesor de la Universidad del Rosario, cargó en su pecho a sus mellizos prematuros (David y Ana) durante dos semanas, las 24 horas, mientras su mujer se recuperaba de una preeclampsia. “Desde los dos o tres primeros días después de tenerlos cargados vi un avance muy grande en cada uno”, recuerda Gallego, viviendo por un segundo las emociones que sintieron cuando nacieron sus hijos. “Los niños evolucionaron positivamente muy rápido”, asegura, haciendo énfasis en la confianza que genera el método. “Te reduce las incertidumbres y te convence de que eres capaz de salir adelante en ese momento difícil”. Hoy David y Ana tienen 10 años, estudian en el Liceo Francés y se han adaptado a su colegio como cualquier otro niño. Ana incluso ha sido campeona de gimnasia olímpica. Mario y Luz Dary Ortiz están iniciando el proceso. Su bebé nació de 5 meses, pesó menos de 2.000 gramos y ambos han sido papás canguro. Hoy ya tiene 7 meses y crece feliz en una preciosa montaña de Sutatausa, Cundinamarca. El programa Canguro del Hospital Universitario de la Samaritana, en Zipaquirá, los acogió, y allí llevan todos los meses a su pequeño para chequeos rutinarios. Es un bebé muy despierto, dicen, describiendo algunas de sus reacciones frente a las pruebas que le pone el médico y su propia familia en casa. Como las familias Gallego y Ortiz hay miles que han sido parte de este esfuerzo, y gracias a ellas ha sido posible que los investigadores reduzcan el escepticismo manifestado por quienes aún hoy dudan de su eficacia. Pero la ciencia se ha encargado de reforzar lo que el doctor Rey, junto con sus colegas Héctor Martínez Gómez y Luis Navarrete Pérez, y hoy día la pediatra francesa Nathalie Charpak, directora de la Fundación Madre Canguro, Zita Figueroa de Calume, Adriana Bohórquez y Adriana Montealegre, entre muchos otros, han desarrollado en este método que hoy cuenta con miles de niños canguro en los cinco continentes. “Colombia no solamente es el creador del método canguro, sino un ejemplo en su difusión y transferencia a través de talleres para montar unidades neonatales expertas en el manejo de bebés canguro, que ha incidido en las políticas de salud pública de varios países del mundo”, remata Charpak. Las ventajas de ser bebé canguro, según la ciencia La mortalidad de los bebés prematuros puede bajar más del 50 por ciento. De acuerdo con Charpak la posición canguro, en la cual el bebé se ubica verticalmente en el pecho de la madre, acurrucado en forma de ranita, por el contacto piel a piel, “baja el estrés tanto de la madre como de su hijo”. Allí mantiene una temperatura adecuada, la respiración del bebé tiende a normalizarse, escucha el latido del corazón de su mamá y se siente seguro. Por cada mil bebés, 135 sufren apnea cuando están en cuidado tradicional en incubadora, cifra que se reduce a 55 cuando el bebé está en posición canguro. Cuando el bebé está cargado en posición canguro la mamá produce más leche, y puede durar más tiempo amamantando. Lea también: Alimentación, el camino para la protección de los niños y niñas del país