En 2001 el desplazamiento forzado tuvo uno de los picos más grandes de la historia del país. Según cifras de la Red Nacional de Información, de la Unidad de Víctimas, casi 666.000 personas fueron expulsadas de sus hogares a causa de la violencia. De ellas, alrededor de 87.000 eran niños, niñas y adolescentes que tuvieron que transformar sus vidas en ciudades nuevas, donde confluían la pobreza, la falta de servicios públicos y las bandas criminales. ¿Cómo retratar lo anterior desde la mirada de los niños? ¿Cómo entender sus representaciones de la violencia y lograr alternativas para cambiar esos contextos? La respuesta está en la fotografía; así lo cree el documentalista y antropólogo estadounidense Alex Fattal. Su proyecto ‘Disparando cámaras para la paz’ permitió que niños víctimas de desplazamiento, de Altos de Cazucá, en Soacha y Bogotá, fotografiaran su día a día desde sus miradas. Según Fattal, los niños que participaron mejoraron su autoestima, su capacidad de reflexionar sobre sus vidas, y sus relaciones interpersonales. “Creo que la fotografía puede ayudar mucho para entender y evitar la violencia”, asegura. En 2020 se publicará Disparando por la paz, un libro que reúne varias fotografías del proyecto.