Esta no es una lucha entre titanes que enfrentan de igual a igual sus poderes sobrehumanos. Tampoco es el combate de David contra Goliat. No puede desestimarse la fuerza de la sociedad civil y sus alcances. Quizá se parezca más a la gesta de Teseo, que derrotó al Minotauro ayudado por el hilo y por la astucia de Ariadna.  La de “no comas más mentiras” es una historia de persistencia. Por cuarta vez llega a la Cámara de Representantes el proyecto de ley de comida chatarra, impulsado por RedPapaz, para exigirle a la industria de alimentos el uso de sellos frontales de advertencia en los productos para identificar los que tienen altos contenidos de azúcar, sodio o grasas saturadas. También busca restringir la publicidad de esos artículos dirigida a niños y adolescentes.  La ONG, que reúne a padres y académicos de decenas de colegios, está convencida de que el acceso a información veraz sobre los contenidos nutricionales de los alimentos ultraprocesados, que no esté mediada por estrategias de mercadeo, algunas veces engañosas, mejorará las decisiones de compra de las familias y la alimentación de los menores. Además, promueven entornos escolares saludables con acceso a agua potable y gratuita para la hidratación de los estudiantes y tiendas que fomenten el consumo de productos naturales.  Lea también: Los derechos de la infancia en el contexto de la migración. No es una pelea contra la gran industria ni un boicot a lo que venden, aunque es inevitable que los argumentos choquen. Carolina Piñeros, directora ejecutiva de RedPapaz, insiste en que se trata de una causa que nos convoca a todos: crear conciencia sobre lo que comemos y transformar hábitos nocivos.  Según la más reciente Encuesta Nacional de Situación Nutricional de Colombia (ENSIN), el exceso de peso en los menores entre 5 y 12 años se incrementó de 18,8 por ciento en 2010 a 24,4 por ciento en 2015.  Se requiere consenso social y cambios en las prácticas de todos, productores y consumidores, para frenarlo. La ley de comida chatarra se ha hundido tres veces en el laberinto de la agenda legislativa, pero algo deben estar haciendo bien sus promotores porque no solo está creciendo la atención sobre lo que ponemos en las loncheras de nuestros niños. También hay cambios en los contenidos de algunos productos y en la forma en que los publicitan. Por entresijos y calles cerradas, el ovillo se va deshilando. *Directora de información internacional de Caracol Televisión.