Fundar una librería dedicada casi exclusivamente a los niños parecía una ilusión quijotesca en Colombia hace veinte años. Más aún cuando con la palabra “niños” no se quiere hacer referencia únicamente al público lector de la literatura infantil sino también a bebés que desde la más temprana infancia pueden tener cualquier relación con los libros. Y cuando las propietarias hablan de “cualquier relación” lo dicen en serio: las gerentes de Espantapájaros conducen su labor bajo la idea de que los niños pueden tener una relación más amplia con los libros que la que pueden tener los adultos. Por ello se han empeñado en explorar esa relación que, según ellas, abarca todos los sentidos: los niños no sólo leen los libros sino que también los huelen, los muerden, los oyen, juegan con ellos con todos los miembros de sus cuerpos y se deleitan de una manera que quizás nos está vedado a nosotros, el público más adulto. Es por eso que al lanzar una mirada a los estantes donde los libros están divididos según diversas categorías, se pueden encontrar títulos como “Cuentos en pañales”, “Hora de dormir”, “Cómo me siento”, “Libros que cantan”, “Libros para ver y crear”, “Libros de siempre” y “De dónde vengo”, entre otros. Especial atención se le ha concedido a un estante central donde un papel mordisqueado anuncia la característica de los libros que reúne: “Los libros más mordidos”. En la parte lateral del estante, el visitante puede leer una declaración que bien resume el principio que motivó la creación de este ámbito de relación entre los niños y los libros: “Cuando compras los libros más mordidos, apoyas el derecho de los bebés a leer con todos los sentidos”. Además, la investigación en torno a “los lectores de la primera etapa”, como los llaman ellas, ha arrojado otro resultado interesante: los bebés que son arrullados, consentidos y divertidos con la lectura de los libros por parte de las libreras se convierten posteriormente ellos mismos en lectores para los nuevos integrantes de Espantapájaros cuando llegan al jardín. Es por ello que además de las categorías de los estantes ya mencionadas hay otras que llaman mucho la atención: “Yo no leo, alguien me lee”, “Yo leo solo” y “Yo empiezo a leer con otros”. Con ello se revela que en la relación de los niños con los libros (y quizás no sólo de los niños) hay una progresión cíclica que lleva a que quienes fueron receptores del placer de la lectura en primera instancia se conviertan posteriormente en donadores de ese mismo placer para otros.   Para Isabel Calderón, una de las principales libreras de Espantapájaros, hay una intención que subyace a todas estas actividades que relacionan a los niños con los libros y es la idea de formar ciudadanos lectores y amantes de los libros desde la más temprana infancia. Esta idea, bastante sensata y necesaria en un país como el nuestro, ha tenido una excelente recepción entre los padres que llevan sus niños a Espantapájaros, y no sólo entre ellos: actualmente la Fundación Espantapájaros asesora al ICBF en el diseño y la realización de talleres de lectura y juego con los libros para así apoyar la labor de agentes educativos interesados en inculcar la pasión de la lectura y de los libros en los niños lo más pronto posible en sus vidas. De tal modo se pretende desarrollar la lectura como un vínculo afectivo entre los niños y el mundo y cambiar la noción de que los libros infantiles deben ser guardados para protegerlos de ellos; al contrario estos deben ser sacados y entregados sin precaución para que los niños puedan disfrutarlos libremente “con todos los sentidos”.   Por último, habría que decir que por más que se le ponga mayor énfasis a la lectura de los niños, la librería Espantapájaros cuenta también con una excelente selección de literatura juvenil y de literatura para adultos. Eso sí, puede que cuando agarre un libro para adultos en cualquiera de los estantes, como el Relato de un naufrago de García Márquez, encuentre una recomendación bastante particular en la cubierta como ésta: "Este libro me lo puedo leer dos, o tres veces y nunca me aburro. Me gusta mucho la aventura del náufrago cuando está en el bote y tiene que hacer muchas cosas para sobrevivir. Además me encantaron las ilustraciones de la edición que me leí.- Emilio Vélez, 11 años.”   Dirección: Carrera 19 A # 104 A -60                    Teléfono: 2142363