Mariana Suárez Rueda: Su llegada a la Gobernación coincidió con la modificación al sistema general de regalías. ¿Cómo fue esa transición? Marcela Amaya: Éramos un departamento regalodependiente y nos tuvimos que enfrentar a que solo tendríamos el 20 por ciento de esas regalías. Lo demás se repartiría en el resto del país. Es como cuando una familia que vive con 2.500.000 pesos de un día para otro debe hacerlo con 500.000 pesos. Por eso esta administración tenía que ser mucho más dinámica y propositiva. Con menos debíamos hacer más. El primer paso fue transformar la economía extractiva del departamento para volver a nuestras raíces: la agricultura, la ganadería y el turismo. M.S.R.:¿Ha sido exitosa esa transición? M.A.: El Meta no solo se enfrentó a dejar esa regalodependencia, también pasó de ser un departamento ícono del conflicto a construir la paz colectiva después de la firma del acuerdo en La Habana. El desafío era diseñar un Plan Vial que permitiera aprovechar la oportunidad de que el Estado, la seguridad y los turistas lleguen a lugares a los que durante el conflicto era imposible acceder. Al igual que cultivar y comercializar productos como sandía, palma africana y arroz que generan seguridad alimentaria y permiten cambiar esa economía extractiva por una más dinámica. Sin embargo, por lo paquidérmica y lenta que es la administración pública muchos de los proyectos que fueron construidos y presentados en 2016 hasta ahora se están dejando aprobados y licitándose. M.S.R.: ¿Cómo avanza el proceso de formalización del turismo en una región que por cuenta de la paz pudo comenzar a redescubrirse y mostrarse al mundo? M.A.: El conflicto nos permitió recuperar un territorio, personas, reencontrar bellezas naturales que ni nosotros mismos sabíamos que existían. Somos el destino natural de Colombia y en la elaboración de ese Plan de Desarrollo nos propusimos que el turismo de naturaleza fuera un dinamizador de la economía y el sector comenzara un proceso de formalización con las comunidades. Precisamente por ello el departamento se ganó un premio de alta gerencia con la Mesa de La Macarena, en la que logramos involucrar a los actores turísticos, las comunidades, al Instituto de Turismo del Meta y al Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Todos nos propusimos seguir una ruta que se ha venido cumpliendo. A quienes trabajan en turismo los hemos capacitado y algunos han tenido la oportunidad de salir del Meta y del país para conocer experiencias exitosas que hoy están aplicando. Los resultados de este ejercicio se ven en el crecimiento del 10,47 por ciento del sector en el PIB del departamento. Adicionalmente, La Macarena fue certificada y la comunidad del cañón del río Güejar, un lugar al que no se podía ir por el conflicto, está organizada. Ya son empresarios del turismo. M.S.R.: ¿Cuáles de esos paraísos desconocidos del Meta la sorprendieron? M.A.: En su visita a Colombia, el príncipe Carlos solo estuvo en dos lugares: Cartagena y Caño Cristales. Nosotros que nacimos y nos criamos aquí no los conocíamos porque el conflicto no lo permitía. Como estos lugares hay muchos otros que hasta ahora se están redescubriendo. Entre ellos la cascada del Amor en el municipio de Uribe, en donde nació Casa verde (ícono del conflicto armado); el cañón del río Güejar, que ya he podido recorrer tres veces, y la cascada de Santo Domingo, en Vista Hermosa; un sitio al que no pensamos que algún día fuera posible regresar. M.S.R.: Usted viajó a La Macarena, Vista Hermosa y Mesetas, tres sitios de concentración de reinsertados de la guerrilla, justo después del anuncio de Iván Márquez de que retomaba las armas. ¿Cómo percibió el ambiente? ¿Corre peligro la paz? M.A.: En los tres espacios encontré a la gente comprometida con la construcción de la paz. Nos dijeron que dieron su palabra y que están dispuestos a seguir cumpliéndola, pero necesitan que a ellos también se les cumpla con los compromisos adquiridos por parte del gobierno nacional, los cuales se vienen cumpliendo. Yo estuve allá antes y después de que llegaran los excombatientes y estamos muy contentos de escucharlos, porque en medio de las dificultades hay voluntad de seguir consolidando la paz. También le puede interesar: La apertura del turismo, gracias a la paz M. S. R.: ¿De qué manera el gobierno departamental fomenta la construcción de esa paz colectiva? M. A.: El Plan de Desarrollo fue construido bajo tres principios: inclusión, reconciliación y equidad; con la esperanza de que se iba a dar la terminación del conflicto. Todas las dependencias de la Gobernación estaban encaminadas a esa paz colectiva y tuvimos como gobierno la gran fortuna de recuperar el derecho fundamental de todo ciudadano a una libre movilidad. Pudimos estar en todos los rincones del departamento y comenzar a recuperar ese territorio que nos había quitado el conflicto y arrancar a construir la paz con acciones. M.S.R.: ¿Cómo cuáles? M.A.: Pavimentaciones, vías, puentes, proyectos productivos en lugares como La Julia, en el municipio de Uribe, a donde el Estado no había podido entrar. Llevamos a las zonas rurales alejadas servicios públicos, oferta institucional. Pudimos llegar no a solucionar todas las dificultades pero sí a escuchar a la gente y le devolvimos la confianza en el gobierno departamental. Con la cooperación internacional y el gobierno nacional, por ejemplo, hemos creado instrumentos para los reincorporados. M.S.R.: ¿Alguno en especial que la haga sentirse más orgullosa? M.A.: La articulación y presencia permanente es lo que permite que se genere confianza para la construcción de esa paz. En el Meta viven 1.800 excombatientes de las Farc con sus familias en los tres ETCR, y con ellos creamos el Consejo Territorial de Reincorporación. En este espacio nos reunimos todos y hoy mantenemos una ruta que de forma permanente revisamos para evaluar los compromisos y garantizar que se vayan cumpliendo, así sea con dificultades. M.S.R.: ¿Cómo ha sorteado la emergencia por el cierre de la vía Bogotá-Villavicencio? M.A.: Fue un hecho fortuito que afectó todo ese esfuerzo por convertir al Meta en una ruta natural de Colombia. Esto lleva más de ocho meses porque desde 2018 empezamos a sufrir cierres intermitentes, lo cual perjudica al turismo y la competitividad. A pesar de que el gobierno nos ha atendido y escuchado, la situación es calamitosa y necesita mayores esfuerzos. Hoy el departamento tiene un déficit que supera los 12.000 millones de pesos. Y ya no se trata solo de abrir la vía, deben tomarse medidas más fuertes para que el gobierno ayude a la región de los llanos a recuperar la economía. Por eso desde el departamento impulsamos la Ley de incentivos tributarios. *Editora general Especiales Regionales de Semana.