Cuatro hombres salen de la oscuridad después de ocho horas en las entrañas de la tierra. Son trabajadores de una de las 42 minas de carbón de la empresa Minminer, ubicada entre las colinas de Cucunubá y Sutatausa, en Cundinamarca. Tras años de experiencia, los mineros han puesto sus conocimientos al servicio de la vida. Hoy forman parte de la primera línea de acción frente a accidentes en las profundidades: el Grupo de Salvamento Minero.
La historia de sus hazañas empezó en 2016, cuando se presentaron como voluntarios para las capacitaciones de rescate de la Agencia Nacional de Minería. “Cada vez que sucedía un derrumbe o una explosión en otras minas, nos sentíamos con las manos atadas, impotentes, por eso decidimos aprender cómo ayudar”, cuenta el rescatista Ramiro García, de 24 años. Desde entonces han participado en más de una decena de emergencias en Cundinamarca y Boyacá –incluyendo el reciente rescate de tres trabajadores en Lenguazaque– a pesar del riesgo que esto supone para sus vidas.
Haider Prada, compañero de García, recuerda que “las primeras veces se siente miedo, pero no hay nada más gratificante que ayudar a los demás. Además, entrenamos y nos formamos rigurosamente para minimizar el peligro”. La experiencia del grupo llevó a Minminer a ganar el primer lugar en las olimpiadas nacionales de salvamento minero en 2019, una competencia en la que participan las empresas del sector. El próximo año, el equipo representará a Colombia en la edición internacional de este certamen.
Estos hombres hacen honor a una cultura minera de casi un siglo en Sutatausa y Cucunubá, y de la que Minminer también es heredera. La compañía fue creada en 2000 a partir de la unificación de 14 mineras familiares dedicadas al carbón en la zona. Esta integración “nos permitió aumentar la producción y empezar a exportar, además de hacer una gestión más segura y eficiente de las minas”, explica el gerente Andrés Cubides. Hoy, Minminer produce alrededor de 30.000 toneladas mensuales de carbón térmico, carbón coquizable y coque. De esta forma no solo contribuye al desarrollo económico del país, sino que carga la antorcha de la tradición de una región cuyos mineros, como García y Prado, llevan la minería en la sangre.
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