El potencial aurífero de Colombia es evidente. Las ventas de oro al extranjero han crecido 33,6 por ciento en 2020, consolidándose como el cuarto producto de exportación del país. La empresa minera Royal Road Minerals es uno de los actores llamados a impulsar este sector. Su trabajo no es explotar las minas, sino encontrarlas, y por ello su equipo se compone principalmente de geólogos que recorren las montañas de Nariño, Cauca y Antioquia en busca de oro y cobre. Hablamos con su CEO, Tim Coughlin, para conocer el impacto del sector en el desarrollo de las zonas rurales del país.
SEMANA: ¿Qué oportunidades genera el alza en el precio del oro para Colombia?
TIM COUGHLIN: En el desarrollo y operación de una mina moderna en Colombia, el 70 por ciento de las ganancias se dirige a salarios, proyectos sociales con comunidad, impuestos, regalías y reinversión. Si tenemos en cuenta que a finales de agosto el precio de la onza estaba entre 1.800 y 2.000 dólares, pues es una gran cantidad de dinero para el desarrollo de los ambientes rurales del país. Para aprovechar al máximo esta coyuntura, el Gobierno tiene que acelerar la entrega de títulos de concesión o dar el derecho a perforar –con todos los estudios medioambientales– durante la etapa de aplicación.
SEMANA: ¿Cuál es el costo medioambiental de estos beneficios económicos?
T.C.: Nosotros buscamos depósitos minerales que permitan ser desarrollados a través de operaciones de minería subterránea, aplicando tecnologías modernas que dan como resultado una huella pequeña y un impacto ambiental mínimo. Y el poco impacto que se produce durante la exploración, lo complementamos con programas para la comunidad. El verdadero desafío está en la violencia del narcotráfico en Nariño y Cauca.
SEMANA: ¿Qué medidas han pensado tomar para enfrentar a este fenómeno?
T.C.: Somos una empresa de origen británico con amplia experiencia en ambientes de posconflicto. Conocemos la gran diferencia e impacto positivo que la minería puede tener en comunidades rurales que han sufrido a causa de los diferentes conflictos armados. Aportamos las dinámicas necesarias para la reincorporación y creación de economías legales en los territorios en el posconflicto y eliminamos al menos un aspecto de la tensión social en nuestros proyectos, formalizando voluntariamente a los mineros informales. Estamos en proceso de formalizar a 1.100 mineros, alrededor de los municipios de La Llanada, Samaniego y Los Andes en Nariño. Estamos convencidos de que la minería bien hecha trae beneficios económicos, de salud y educación a las comunidades rurales y juega un papel clave en el mantenimiento de la paz con legalidad en Colombia.
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