La ceiba es una de las especies de árboles más arraigadas en el país. Venerada por culturas ancestrales y protagonista de canciones y cuentos de la oralidad popular, merece respeto por la sabiduría que representa. En el Caribe la llaman bonga, y de las muchas que crecen en la zona, una, la del Sinú, ha servido de símbolo para el sabor regional.La sombra de la Bonga del Sinú cautivó primero a los monterianos, que la vieron nacer a la orilla de una carretera que conecta al interior del país con el mar Caribe. Después cayeron encantados los viajeros, quienes generaron un voz a voz que terminó por consolidar a este restaurante como una propuesta auténtica e innovadora.Muy pronto la sombra de la Bonga se extendió hacia Barranquilla, Cartagena y Bogotá. “Con 13 restaurantes, la capital del país es la ciudad en la que tenemos más puntos de venta. Representa el 50 por ciento del trabajo de la compañía”, cuenta Katia Rodríguez, gerente de la cadena.Ese crecimiento le dio a la Bonga el impulso para echar raíces más fuertes en Montería. Aquí tiene una planta de producción en la que acopia y madura las carnes que irán a cada uno de los restaurantes, incluidos los de otras ciudades. Es en donde procesan el queso costeño y el emblemático suero, que comercializan en almacenes de cadena para suplir la gran demanda.Sus platos autóctonos reflejan los de cualquier casa de Montería y alrededores: mote de queso, bocachico, carnero guisado, viuda de carne guisada, arroz con cerdo, arroz sinuano y mondongo, entre otros. Son recetas que surgieron de la cabeza de una abuela y quedaron plasmadas en las cartas de la Bonga.Entre sus imperdibles está el mongo-mongo, dulce típico de Semana Santa hecho con mamey, plátano maduro, papaya, piña, coco, entre otros frutos; se obtiene después de siete días de preparación a fuego lento, tiempo durante el cual los ingredientes se mezclan hasta que quede un extraordinario sabor.