Córdoba ha sufrido, desde la segunda mitad del siglo XX hasta hoy, luchas internas por el dominio del territorio, sus recursos y rutas del narcotráfico. En los años ochenta y noventa, la región sirvió de sede de procesos de paz entre el gobierno nacional y el EPL; y de 2004 a 2006 albergó los diálogos con las AUC en Santa Fe Ralito (Tierralta, Alto Sinú). Ambos procesos aliviaron a las poblaciones: bajaron los homicidios, las masacres, la extorsión y el miedo que se percibía en la sociedad. Sin embargo, tras la conformación del Clan del Golfo, la zozobra volvió.En ese contexto, Montería, transformada en lo urbanístico y social, con una amplia y atractiva oferta de servicios y un evidente crecimiento económico, también atrajo la delincuencia. En 2017 la Alcaldía fortaleció la Policía Metropolitana con una inversión de 2.000 millones de pesos y una estrategia integral de prevención del delito. Por eso, el año pasado los homicidios disminuyeron un 32 por ciento en relación con 2016, que registró 97 de estos delitos.Atrás quedaron los duros momentos cuando caían asesinados estudiantes, profesores, políticos, sindicalistas, defensores de derechos humanos. Las guerrillas y los paramilitares sembraron el terror por igual y controlaron la política y buena parte de los presupuestos de las administraciones, en algunos casos de común acuerdo con funcionarios. Un grupo plagiaba ganaderos, otro mataba colaboradores de la insurgencia; los periodistas recibieron amenazas, algunos líderes sociales huyeron de la región.Montería entonces sonaba por hechos violentos, por Salvatore Mancuso, Carlos Castaño, por el homicidio de alguna personalidad o el estallido de bombas en el centro. Eso, naturalmente, creó un estigma a nivel nacional, un miedo hacia una ciudad que se llenó de desplazados que le huían a la guerra. En esos tiempos hubo invasiones a terrenos, aumentó el desempleo, proliferó la informalidad, se disparó el mototaxismo, empezó a congestionarse la movilidad y creció una crisis social.Hoy, en cambio, las noticias tienen que ver con el río Sinú, con haber sido escogida como una de las ciudades más sostenibles del planeta, con sus equipos Jaguares y Leones, de fútbol y béisbol, respectivamente; con sus mejores indicadores educativos, con sus festivales de jazz y cine, con su música tradicional, el porro; con un río de libros, feria de la lectura que congrega a figuras locales, nacionales e internacionales, con la calidez y buena vibra de su gente. Todo un despertar en solo diez años gracias al empuje de la ciudadanía, que no se dejó de los violentos, y a la primera administración de Marcos Daniel Pineda García, un visionario que puso en marcha el cambio, seguido por Carlos Eduardo Correa. Ahora, la llamada Perla del Sinú da ejemplo, en Colombia y en el mundo, de buen gobierno, respeto por el medioambiente y aplicación de políticas incluyentes en educación, salud, cultura, vías, entre otros aspectos.“Montería ahora es una ciudad renovada. Y aunque aún faltan temas que resolver, como contrarrestar con mayor vehemencia los hurtos, que se nos han disparado, el fantasma de la violencia quedó atrás, gracias a Dios, a la acción de todas las autoridades y al apoyo de la ciudadanía”, dice Pineda García.Pero la tarea aún es grande. Por ejemplo, el Clan del Golfo en 2017 asesinó a nueve policías en Córdoba, a dos de ellos en zona rural de Montería. Un reto para 2018 es consolidar la seguridad, por lo que se espera la llegada de dos grupos elite de la Policía Nacional, especialistas en operaciones en áreas complejas, y la construcción de dos nuevas estaciones en corregimientos claves. La inversión en esta materia para este año alcanzará 3.000 millones de pesos, según reveló Salin Ghisays, secretario de Gobierno.