Cinco de la mañana. Aún no amanece en Caloto, Cauca. A esa hora la alcaldesa María Liliana Ararat Mejía ya empieza a coordinar las tareas del día. No solo repasa y firma documentos de su gestión, sino que revisa que en su hogar todo esté en orden. “A nosotras las mujeres nos toca más duro todo”, dice. “Jamás renunciamos al rol de madres y esposas”. Además de las obligaciones que conlleva la maternidad –su hija ya tiene 20 años–, Ararat debe administrar este municipio caucano de más de 17.000 habitantes. Uno de sus mayores retos es que deje atrás la triste reputación de ser ‘zona roja’, que se ganó en los momentos más álgidos del conflicto cuando hizo parte de los dominios del sexto frente de las Farc. Por suerte, hace dos años las cosas cambiaron y sus habitantes ahora trabajan por transformarle la cara al pueblo y crear nuevas oportunidades. Su administración la lidera con un equipo en el que la mitad de los funcionarios son mujeres. Sí, el gabinete paritario del presidente Iván Duque tiene un precedente en este pequeño municipio a 40 minutos de Cali. “Las mujeres caloteñas se interesan por la política”, expresa Ararat. “Hemos tenido desde presidentas de juntas de acción comunal y concejalas, hasta llegar a mí, que soy la primera alcaldesa elegida por voto popular”. La funcionaria señala que una de sus prioridades es trabajar por las mujeres, por eso el año pasado cumplió con uno de los objetivos que trazó en su plan de desarrollo: crear la Secretaría de la Mujer. El Concejo le dio el respaldo a ese proyecto y hoy es una realidad a través de la cual se busca “empoderar a las caloteñas y brindarles capacitación. Estamos convencidos de que si la mujer tiene independencia económica, puede ser líder”. Uno de los ejes del trabajo está en la mujer rural “pues son las que han estado inmersas en el conflicto y han sufrido los mayores abusos”. Para Ararat, “es importante fortalecer su autoestima y así motivarlas a crear microempresa”. Explica que ya hay varios grupos que están empezando. Las campesinas, por ejemplo, han recibido incentivos desde la oficina de la Unidad Agropecuaria para que puedan criar especies menores y cultivar productos. Mientras que en el casco urbano muchas caloteñas reciben capacitaciones en manualidades y bordados. “La idea es que cada quien potencialice sus capacidades”, apunta.