“Porque si se arrepienten así, de verdad, entonces de pronto se les puede perdonar”. La frase es de una de las habitantes de Puerto Libertador, Córdoba. Una de las cientos de víctimas del conflicto armado en las zonas rurales de Colombia. Estas mujeres saben que el verdadero desafío del acuerdo de paz está en su implementación; en cómo convivir junto a los desmovilizados; aceptar que hijos de víctimas y victimarios vayan a la misma escuela; entender que también debe haber oportunidades sociales y económicas para ellos, pese a que por décadas solo se manifestaron con balas. Pero, por encima de todos esos desafíos, está el de perdonar a quienes les robaron la tranquilidad. Sin embargo, para perdonar exigen arrepentimiento sincero de los victimarios.De acuerdo con el estudio Colombia Rural Posconflicto 2017, realizado por el Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, el 62,1 por ciento de las mujeres que habitan en estas zonas del país creen que es posible el perdón y la reconciliación de los ciudadanos con miembros de grupos armados. Este porcentaje es mucho más alto que el de las mujeres del resto de Colombia (44,1 por ciento). Ante la pregunta sobre si serían capaces de convivir con desmovilizados, la mayoría de mujeres rurales (71,7 por ciento) afirma no tener problema, un porcentaje superior al de las del resto del país (45,2 por ciento). El estar históricamente en desventaja con respecto a los hombres de las áreas rurales y aún más frente a la población urbana, son dos razones que podrían explicar, en buena medida, estas opiniones sobre el posconflicto. Mientras que el 70,8 por ciento de los hombres en estas mismas regiones tiene un empleo, solo 30,5 por ciento de las mujeres están trabajando. Además, el 48,9 por ciento de ellas se dedica a las tareas del hogar sin recibir ninguna remuneración, lo que hace imposible su independencia económica. Ellas también se sienten más discriminadas (18,9 por ciento) que las mujeres del resto del país (8,2 por ciento). No obstante, están menos de acuerdo (25,5 por ciento) con la flexibilización de los roles tradicionalmente asignados a las mujeres, que aquellas que viven en otras zonas del territorio nacional (38,8 por ciento). Las mujeres rurales están comprometidas con el posconflicto, tanto es así que registran una mayor participación en grupos que promueven la paz (25,8 por ciento), respecto a las mujeres del resto del país (11 por ciento), y por eso, ellas son activos claves para avanzar en la construcción de la verdadera reconciliación.