Javier Díaz*
Colombia sabe que para potenciar su competitividad debe avanzar en varios frentes. Por eso, en los últimos periodos gubernamentales, el país comenzó la modernización de la infraestructura de transporte, echó a andar un ambicioso programa de cuarta generación de concesiones viales y trabaja en el mejoramiento de los puertos y aeropuertos. Hay buenas intenciones, sin embargo, urge la concreción de los proyectos de infraestructura de transporte multimodal porque con ellos se incrementará el empleo formal dentro de la reactivación económica y se reducirán los costos logísticos de las empresas.
La correlación positiva entre la inversión en obras civiles y el crecimiento económico está más que comprobada, de hecho, se ha explicado en varios artículos de esta edición especial. Los avances en infraestructura mejoran los indicadores económicos porque permiten una mejor conectividad, disminuyen los costos del transporte y le dan eficiencia al proceso logístico.
No obstante, nuestro país requiere un avance más ambicioso en esta materia. Si revisamos el componente de calidad de la infraestructura de transporte del Índice Global de Competitividad, notaremos que Colombia se ubica en la posición 92 entre 141 economías; es un rezago grande si se compara con la actualidad de otras naciones de América Latina, como México (51) o Chile (54).
Con la entrada en operación de los proyectos 4G, que empezaron a inaugurarse en julio de este año; y de obras emblemáticas como el túnel de La Línea, el Gobierno estima una reducción promedio del 15 por ciento en el costo logístico de las empresas. Adicionalmente, hay que considerar su contribución a la reactivación del empleo local y a la dinamización de las regiones, una de las variables económicas más afectadas por la crisis que generó la pandemia.
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Reducir los costos
El país también debe acelerar la modernización de la infraestructura férrea y fluvial y diversificar los productos que se movilizan por estos modos de transporte que, actualmente, se centran en el petróleo, sus derivados y el carbón. Para lograrlo hay que masificar la operación comercial del corredor férreo entre La Dorada (Caldas) y el puerto de Santa Marta (Magdalena), y conectarlo con el corredor Bogotá–Belencito, con estas obras, la capital del país quedará unida al Caribe.
El Pacífico, por su parte, espera la reactivación del servicio de transporte férreo entre Buenaventura y Pereira, un corredor que ha reportado grandes dificultades en su operación; y el inicio del proyecto de navegabilidad del río Magdalena y del Canal del Dique. Ambos reducirían los costos logísticos de los productos de exportación hasta 50 por ciento y generarían un importante número de empleos en la etapa de construcción.
De manera complementaria, se necesitan mecanismos que faciliten las operaciones de intercambio modal a través del desarrollo de infraestructuras logísticas especializadas. Y se requiere la presencia de entidades de control de comercio exterior que posibiliten los trámites de importación y exportación en zonas estratégicas como Barrancabermeja (Santander), La Dorada (Caldas) y La Virginia (Risaralda), entre muchas otras.
Mientras se desarrollan las obras de infraestructura se deben actualizar las herramientas con las que el Ministerio de Transporte regula el ramo, como las tarifas, que están a cargo del Sice-Tac. Así se podría transferir al sector productivo la reducción de costos que se logra con la entrada en operación de los proyectos. De esta manera se contribuye con el objetivo de reducir los costos logísticos del país a los niveles de la Ocde, que hoy rondan el 9 por ciento.
Si se materializan todos estos proyectos, el país podría acceder a los mercados internacionales con precios competitivos y así contribuir con la tan anhelada internacionalización de la economía dentro de la nueva normalidad.
*Presidente ejecutivo de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex).
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