Hace diez años la Cámara Colombiana del Libro reunió en Pasto a un grupo de personas que trabajaban con temas de lectura y escritura. Algunos venían de fundaciones, otros tenían proyectos individuales, pero todos compartían la idea de que la lectura es un asunto de gran relevancia ciudadana. De ese encuentro nació la primera Feria del libro de Pasto, que tuvo su primera sede en el edificio del Banco de la República y solo contó con dos editoriales participantes.En sus primeros años la feria no tenía presupuesto y debía llevarse a cabo con los recursos que facilitaban diferentes entidades: alguien ponía la logística, otro prestaba los salones, alguna librería llevaba el mobiliario, etcétera. Una preocupación recurrente fue encontrar un espacio adecuado: la feria se hizo en la Plaza de Nariño, pero el montaje era muy complicado; se llevó a la Facultad de Música de la Universidad de Nariño, pero el sonido de los instrumentos interfería con las charlas. Este problema quedó solucionado con la Casona Taminango, una construcción del siglo XVII que alberga un museo artesanal y cuenta también con un centro de convenciones y zonas verdes.En 2013 los organizadores reinventaron la imagen del evento, que adoptó el nombre de Temporada de Letras y un símbolo, el quinde (quechua para colibrí), presente en toda Suramérica y asociado a la llegada de buenas noticias. Además, desde hace cinco años el encuentro forma parte de las Ferias Regionales del Libro, y el año pasado, con el objetivo de ampliar su impacto en un nuevo municipio, se llevó a cabo por primera vez en Ipiales.La ciudad vecina quedó seleccionada como sede de la feria por su destacable movimiento poético y su vinculación cultural con Ecuador. La cercanía con la frontera permite, además, una movilidad interesante para la muestra editorial. Por si fuera poco, la decisión coincidió con la primera feria del libro de Tulcán, ciudad del norte de Ecuador, por lo que los organizadores de los dos eventos decidieron juntarse para articular las ‘ferias del sur’, con el objetivo de unir ideas y recursos para la circulación del libro en la zona.Una política pública de lecturaMariela Guerrero, directora de Temporada de Letras, ha trabajado durante varios años con su fundación, Qilqay, y de la mano de varias instituciones educativas y otras fundaciones, como Rayuela, para crear una política pública de lectura y escritura. Guerrero tiene claro que solo con lineamientos específicos y presupuestos fijos sería posible mantener muchos procesos en toda la ciudad. A la feria le serviría por ejemplo contar con patrocinadores estables, pues su mayor problema siempre ha sido encontrar recursos. Con un patrocinio constante sería más fácil traer invitados internacionales, realizar más talleres y aumentar la oferta editorial.Este año, el Plan de Desarrollo Municipal incluyó la creación de dicha política pública, que actualmente está siendo diseñada. Uno de sus principales objetivos es fortalecer proyectos ya existentes, como clubes de lectura que resurgen o la iniciativa de un sociólogo que todas las tardes lleva una carreta llena de libros a una plaza de Tumaco. Esas experiencias significativas de lectura y escritura ya ocurren en diferentes lugares de Pasto y Nariño, pero no han sido visibilizadas.Temporada de Letras quiere convertirse en un escenario para mostrar estos proyectos y aumentar así su impacto social.