La mayoría de mujeres trabajadoras que se encuentran en etapa de lactancia se quejan de lo mismo: no existe lactarios en las oficinas ni en sitios públicos para que ellas puedan amamantar a sus hijos o al menos extraerse la leche en condiciones apropiadas de higiene. La mayoría cree que el baño puede suplir esta necesidad pero los expertos señalan que allí hay un alto riesgo de que la leche se contamine. “A nadie se le ocurre llevar comida a este lugar, que está diseñado para disponer de desechos, y  la leche de una mamá es alimento para su bebé”, dice Alejandra Ruiz, mamá de un niño de 10 meses. Katerine Patiño, quien acaba de cumplir seis meses de lactancia exclusiva con su bebé lo logró, pero no fue fácil. “Falta mucha sensibilización porque así uno esté dispuesto a hacerlo, si no cuenta en el trabajo y en sitios públicos con los espacios para ofrecer una lactancia prolongada es muy difícil”. Desde hace doce años la nutricionista Gloria Quintero, gestora de salas amigas, es consciente de ello. En un estudio sobre el tema encontraron que una práctica generalizada en la comunidad era entrenar al bebé al biberón para poderlo dejar en el jardín. “En algunos jardines privados era un requisito”, dice. A partir de esa investigación se empezaron a establecer lineamientos para facilitarles a ellas la lactancia, y uno de las soluciones propuestas fueron las salas amigas para que ellas amamanten a su hijo o se extraigan la leche. Hoy es obligatorio en jardines infantiles y se está promoviendo en instituciones del distrito así como en ciertas empresas privadas.  “Ya se han certificados 300 de estas salas en Bogotá”, señala Quintero. La organización Sanitas internacional cuenta con cuatro en diferentes sedes en Bogotá, una de ellas en el call center de la calle 32 en donde trabajan cerca de 500 empleados, 70 % de los cuales son mujeres. Según Lucía Martín, subgerente de gestión humana de Sanitas, esta iniciativa ha beneficiado a 93 madres trabajadoras y hay 27 madres actualmente usándolas. A pesar de que este esfuerzo es valioso aún hace falta mucho más. Es posible trabajar y lactar pero para que ellas se motiven a hacerlo, sus lugares de trabajo deben permitirles un espacio digno. “Debería ser un acto de generosidad del empresario con su empleada que hace un gran esfuerzo para alimentar a su hijo con leche materna”, dice Margarita Mora, consultora en lactancia. El lactario. puede ser de apenas cuatro metros cuadrados, suficiente para  una silla, un pequeño closet para que la mamá guarde la ropa y el kit de extracción, un lavamanos  y una nevera donde pueda almacenar la leche. Se requiere que el lugar esté limpio y sea cómodo. Es un lugar muy sencillo y no requiere de mucha inversión comparado con el beneficio que ofrecerá.