Colombia es uno de los países de la región donde más se practican cirugías estéticas. Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS, por su sigla en inglés), en 2017 la Nación ocupó el cuarto lugar en número de cirugías plásticas realizadas, después de Estados Unidos, Brasil y México. Sin embargo, se llevó el primer lugar en materia de turismo en salud. De las 346.000 cirugías que se realizaron durante ese año, el 20 por ciento correspondió a pacientes extranjeros. Esa cifra representa no solo mayores ingresos al país por cuenta del turismo médico, sino también muchos más retos a la hora de prevenir que pacientes nacionales e internacionales caigan en las manos equivocadas al someterse a algún procedimiento médico o quirúrgico con fines estéticos. A pesar de la devaluación del peso, el factor financiero no es el único atractivo para los extranjeros. La calidad de los especialistas y el servicio que se presta de manera integral en paquetes que incluyen enfermería, alojamiento, acompañamiento y hasta turismo, hacen de Colombia un destino competitivo en América Latina. Para Lina Franco, cirujana plástica, estética y reconstructiva de la Sociedad Colombiana de Cirugía Plástica, hace falta brindar garantías a potenciales pacientes para que no sean víctimas de engaños por parte de inescrupulosos que, con bata blanca y bisturí en mano, ofrecen servicios de cirugía estética sin tener formación académica. “Tenemos varios retos –advierte la especialista–: el primero es seguir trabajando en mejorar la imagen de nuestro país en el exterior, ya que el temor producto de las condiciones de violencia por las que hemos atravesado nos pone en desventaja con respecto a otros países que ofrecen turismo médico. El segundo es que actualmente no tenemos leyes que regulen el ejercicio de nuestra especialidad”. Problemas sin resolver La falta de legislación clara sobre qué tipo de profesionales puede realizar determinados procedimientos estéticos, deja hoy una larga lista de pacientes insatisfechos y víctimas mortales que, a veces sin saberlo, fueron intervenidas por médicos generales y hasta odontólogos que no cuentan con entrenamiento formal en cirugía plástica, pero sí con publicidad atractiva en redes sociales. Lea también: Los ocho puntos del nuevo proyecto para regular cirugías plásticas De acuerdo con información revelada por el Instituto de Medicina Legal, en 2017 aumentaron 130 por ciento las muertes asociadas a cirugías estéticas, decesos en los que se encontró que “en la mayoría de los casos fueron procedimientos realizados por personas con un gran desconocimiento de la medicina y de la fisiología del cuerpo humano”, según resalta el entonces director de la entidad, Carlos Valdés. En los últimos años se cuentan, al menos, cuatro proyectos de ley que han intentado reglamentar los procedimientos estéticos, endureciendo los requisitos para los médicos que los realizan y estableciendo sanciones por incumplir la norma. Sin embargo, la falta de voluntad política, sumada a los hilos que mueven la industria de la belleza en Colombia, han sepultado las iniciativas en el Congreso de la República. Un segundo problema es la falta de control del Estado, que no ha podido erradicar las clínicas clandestinas a través de organismos de control. Si bien las secretarías de Salud, tras denuncias ciudadanas, sellan instalaciones que no cumplen con las normas, carecen de capacidad suficiente para controlar los sitios donde hábilmente se camuflan falsos especialistas. “No hay un seguimiento a estos centros clandestinos, ni una revisión exhaustiva a las credenciales de médicos que se hacen pasar por cirujanos. Además, proliferan instituciones quirúrgicas que no cumplen con los requisitos mínimos para procedimientos estéticos, algo que puede hacer que una complicación inherente a estos procedimientos estéticos tenga desenlaces fatales”, señala Mauricio Toro, congresista de la Alianza Verde que promoverá un nuevo proyecto de ley para reglamentar esta materia. Le puede interesar: El nuevo reto del turismo médico colombiano La responsabilidad sobre el paciente no debe estar aislada, por lo que un tercer problema es la falta de prevención y autocuidado. Los activistas que trabajan por reglamentar los procedimientos estéticos en Colombia aseguran que muchos pacientes se dejan llevar por la publicidad en redes sociales y acuden a servicios estéticos sin verificar la idoneidad. “El número de seguidores en redes o los famosos que un médico ha operado, no son indicador de idoneidad. Los pacientes deben verificar la formación académica del médico, sospechar de los ‘combos estéticos’, de los precios bajos y, sobre todo, analizar lo que los motiva a operarse. Las cirugías pueden mejorar la autoestima, pero esto no sucede cuando se persiguen estándares inalcanzables de belleza”, explica. El ‘boom’ de las cirugías Por las curvas exuberantes que protagonizan las telenovelas de narcos y los escándalos sobre las parejas de los capos, el auge de las cirugías en Colombia suele asociarse a la narcoestética, entendida como las preferencias sociales y culturales de quienes se dedican a este negocio ilegal. Sin embargo, para Melissa Zuleta Bandera, magíster en Estudios de Moda de Parsons, escuela de Arte y Diseño en París, decir que la popularidad de las cirugías estéticas son producto de una apología a la mafia, sería limitar al sector. Lo importante, puntualiza, es que exista una moderada expectativa de esa búsqueda insaciable por el cuerpo ideal a través de los medios que sean necesarios. Por esta razón se espera en la actual legislatura un nuevo proyecto de ley que tenga en cuenta las recomendaciones de la academia, para ponerles freno a las prácticas ilegales que ponen en riesgo la vida de los pacientes. *Periodista.