La historia del azúcar orgánico en Colombia empezó en 1999, ad portas del nuevo siglo, Ingenio Providencia decidió llevar su compromiso medioambiental a otro nivel al cultivar caña con certificación orgánica: sin herbicidas ni fertili- zantes químicos. La apuesta fue tan pionera como visionaria para el sector. María Isabel Pardo, coordinadora de ventas de la compañía, recuerda que  “en aquel entonces la mayoría de colombianos no sabía qué era un producto orgánico. Sin embargo, el tiempo nos ha dado la razón y la demanda ha aumentado entre 15 y 20 por ciento cada año”.Esta tendencia le ha permitido a la empresa vallecaucana incrementar su producción orgánica. De las primeras 6.109 toneladas de caña que se procesaron en 1999, se ha pasado a más de 400.0000 toneladas anuales. A este éxito comercial se suma un efecto favorable para el medioambiente.Adicionalmente, para disminuir aún más cualquier impacto medioambiental, Ingenio Providencia realiza su propio proceso de compostaje para fertilizar sus cultivos. Nada se desperdicia. La necesidad de hacer un control de plagas manual demanda mayor mano de obra, lo cual ha contribuido a fortalecer el tejido económico y social en la región. Óscar Mauricio Delgado, director de investigación y agronomía de la compañía, advierte que “gracias a esta iniciativa hoy tenemos más de 3.740 hectáreas de suelos más resilientes, un río Amaime más saludable, y una creciente presencia de biodiversidad”.“Uno de los factores que más atrae a los consumidores hacia el azúcar orgánico es nuestro compromiso con una producción sostenible. Nuestra certificación garantiza una alta calidad e inocuidad y nos permite incursionar en mercados como la Unión Europea, Estados Unidos y Japón”, puntualiza Pardo. Si bien actualmente el 95 por ciento del azúcar orgánico es para exportación, cada vez más hogares colombianos se suman a este consumo consciente.Lea también: ¿Por qué deberíamos prestarles más atención a los productos orgánicos?