Por Wilson Triana*
El día a día nos expone a situaciones o eventos inesperados. Corremos riesgos en nuestro entorno cuando estamos en familia, en el trabajo, el colegio, la universidad, al hacer deporte, en un evento social o de paseo. Durante cualquier desplazamiento –a pie, en bicicleta, carro o avión– estamos en peligro de que ocurra un hecho fortuito que afecte nuestra vida, salud y situación económica presente y futura.
Bien dice la letra y canción del gran Rubén Blades: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. ¡Y qué sorpresa nos dio el covid-19! Nos cogió con los pantalones abajo. El virus surgió en China y, como si tuviera súper poderes, en un abrir y cerrar de ojos nos abordó y puso en riesgo nuestra salud y nuestra vida, principalmente, afectando –a la misma velocidad– la economía global y, por supuesto, la nuestra, con una parálisis empresarial y laboral que generó un desempleo inminente. Esto ocasionó grandes necesidades para los hogares de clase media, con recursos limitados, y subió rápidamente a los demás estratos. Aquí no se salvó nadie: hoy somos más pobres que ayer, y el país está más endeudado y apagando incendios por todos los flancos.
No somos infalibles, somos muy vulnerables. Esa es la lección que nos dejan estos desastres: unos son globales, como el que estamos viviendo, y otros eventos son individuales. En ese sentido, los seguros o productos de protección deben ser parte de la canasta básica de todos los hogares en Colombia.
Esto se logrará promoviendo la cultura ciudadana, impulsada, de entrada, a través de políticas públicas, pero acompañada por todos los sectores de la economía y liderada por el sector asegurador.
Según el Dane, a julio de 2020 la tasa de desempleo ascendía al 20,2 por ciento, es decir, que existen más de 4 millones de hogares afectados. Alarmante situación. ¿Cuál será el tiempo para volver a emplearse? En el escenario actual, ello se demorará. La situación económica del país se puede comparar con la acción de detener un trasatlántico y esperar que logre su velocidad máxima nuevamente.
¿Cuántas personas que hoy forman parte del indicador de pérdida del empleo contaban con un seguro que los protegiera ante este evento? Me atrevo a decir que la cifra no supera el 1 por ciento. Las ofertas de las aseguradoras que amparan a los dependientes que pierden su trabajo –o, en su defecto, a los independientes por incapacidad– al atender el pago de cuotas de crédito hipotecario, de consumo o de tarjeta de crédito hasta por seis meses (tiempo promedio en que logran ubicarse nuevamente), son productos muy asequibles para el bolsillo de los hogares y generan alivio económico, calidad de vida y resguardo financiero mientras encuentran otra vez el rumbo de sus ingresos.
Igual sucede con el riesgo por pérdida de un ser querido. Al no contar con el seguro de exequias, las familias –y especialmente las de escasos recursos– se empobrecen dramáticamente, y deben buscar un familiar caritativo o los amigos para poder pagar el funeral. Y, de no lograrlo, caen en los brazos del ‘gota gota’. El sector empresarial no se salva: está afectado hasta el cuello. Es por eso que hay que afinar el seguro de crédito.
El covid-19 nos deja importantes enseñanzas y advertencias a las personas, a las empresas y al Estado y plantea grandes desafíos al sector asegurador. Los hábitos de la gente han cambiado, y les exigen focalizar las estrategias con inversiones importantes en la atención de los clientes a través de canales digitales, lo mismo que en fortalecer los tradicionales, incluyendo la banca, que en los últimos años se ha convertido en un aliado estratégico para su crecimiento por la colocación de sus productos.
Hoy hay que prestar atención al seguro de salud, con precios que permitan incrementar la escasa penetración de asegurabilidad, que en Colombia bordea el 3 por ciento. Está todo por hacer. Los miembros del sector deben superar la timidez al comunicar, con campañas sólidas de inclusión financiera permanentes. La era digital y las redes sociales ofrecen muchas oportunidades en este sentido, y normalmente la gente escucha de seguros pero no los entiende. Mi consejo es que cambien los términos técnicos por palabras simples... y verán los resultados.
*Experto en banca y seguros.
Lea también: Marcela Berdugo, una colombiana en el club más selecto de corredores de seguros del mundo