No basta con el pico y placa, o con la creación de carriles especiales para las bicicletas. No son suficientes el fortalecimiento del transporte público (poco satisfactorio), el aumento de las tarifas en los parqueaderos, el día sin carro y los programas de apoyo al transporte en ‘bici’. Todas estas, que son las medidas adoptadas por las regiones y el Estado en su lucha frontal para reducir el uso del vehículo particular automotor, resultan poco efectivas. Dichas estrategias surgen para ayudar con los problemas de movilidad que afrontan las ciudades grandes –especialmente Bogotá– y quieren frenar la contaminación del aire. De hecho, comenzando 2019 la capital del país se vio obligada a imponer, dos veces, el pico y placa los fines de semana para mitigar las alarmas ambientales. Casos parecidos se presentaron en Bucaramanga y Medellín, donde se prendieron las alarmas y se tomaron decisiones similares. Pero este conjunto de medidas no basta. De hecho, la venta de vehículos privados, como automóviles y motocicletas, no se ha visto afectada en el país. Todo lo contrario, ha superado las expectativas de la Andi y de la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible. Según el informe del sector automotor en Colombia –elaborado por la Andi–, en 2018 se superó el umbral de unidades vendidas que había presupuestado la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco). Lee también: El sector automotriz, un motor que ruge “Para 2019 esperamos un crecimiento en la misma variación del periodo 2017-2018. A pesar del valor del dólar, el mercado ha empezado a dar señales positivas en comparación con los años previos”, explica Oliverio García, presidente de la Asociación Nacional de Movilidad Sostenible, quien agrega que antes que tratar de frenar el consumo de vehículos con las políticas señaladas al inicio de este texto, se debería pensar en capacitar a los colombianos sobre cómo usar mejor, y de manera más responsable, sus carros y motos. Él afirma que el transporte público en Colombia no es lo suficientemente seguro y cómodo como para que los ciudadanos se bajen de su vehículo particular. “Aunque existiera un sistema público robusto esto no significaría que la gente desistiera de comprar su carro. En países europeos los índices de motorización superan de lejos al de nuestro país, están por el orden de 40 vehículos nuevos por cada 1.000 habitantes”, agrega García. Para los expertos, el énfasis en el transporte público y el fortalecimiento de sus vertientes (metrocable, buses zonales, entre otros) y el encarecimiento del motorizado privado no se han reflejado en menos ventas para el sector porque la implementación del sistema de transporte no ha sido lo suficientemente atractivo para que los ciudadanos hagan menor uso del auto y la motocicleta. “El sistema de transporte público ha estado permeado por la inseguridad, por la mala calidad de los viajes y el largo tiempo de desplazamiento. Esas son razones de peso para optar por el carro privado, la moto o la bicicleta. El fortalecimiento no ha ido a la par con los factores que están integrados en el transporte privado, es decir, la seguridad y la comodidad”, argumenta José Rojas, director del Observatorio de Movilidad de la Universidad Nacional, y añade: “Estas dos variables pesan mucho en las familias cuando deciden cómo transportarse; incluso el ‘estatus’ cuenta más que movilizarse rápidamente en medios públicos”. Si esa realidad se mantiene, más vehículos nuevos seguirán matriculándose cada año en el país. *Periodista