Por Eduardo Echeverri López*
Colombia es pionera en la construcción con bahareque encementado. C Desde 2002, este sistema a base de guadua forma parte del reglamento nacional de construcción sismorresistente. Con él se reconstruyeron muchas de las viviendas del Eje Cafetero después del terremoto. Países como Ecuador y Perú han seguido el mismo camino. Filipinas también decidió hacerlo gracias al liderazgo de un colombiano que impulsó este sistema como una solución para construir de manera sostenible y a bajo costo viviendas sociales.
Luis Felipe López, ingeniero, lleva décadas estudiando las bondades de la guadua, una planta que pertenece a la familia del bambú, en el sector edificador. Actualmente dirige el Base Innovation Center, un laboratorio creado por la Fundación Base Bahay para investigar y ejecutar proyectos de vivienda social en Filipinas. SEMANA habló con él sobre las oportunidades de este sistema para países tropicales.
SEMANA: ¿Por qué construir con guadua?
LUIS FELIPE LÓPEZ: Es un material impresionante para combatir el cambio climático. Tiene una gran capacidad de capturar carbono de la atmósfera. Cuando se construye con bambú o guadua, el carbono se guarda allí durante la vida útil de la edificación. Además, crece a velocidades increíbles. La guadua colombiana, por ejemplo, crece diez centímetros por día. La industria del cemento, en cambio, es responsable de entre el 30 y el 40 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
SEMANA: ¿Cómo nace la iniciativa de fabricar viviendas sociales con este material en Filipinas?
L.F.L.: La Fundación Base Bahay fue creada en 2014 para promover el desarrollo sostenible. Propusimos usar el sistema de bahareque encementado, una tecnología colombiana del Eje Cafetero. En 2019 nace el Base Innovation Center para investigar las aplicaciones de nuevas especies y hacer ensayos con las estructuras. Ya hemos construido 800 casas de interés social, de entre 25 y 30 metros cuadrados, y la meta es llegar a las 10.000. Son viviendas pequeñas, pero mucho más grandes que las que entrega el Estado de 18 metros cuadrados.
SEMANA: ¿Qué otros beneficios se han generado por cuenta del uso de este material natural?
L.F.L.: El bambú es una maleza. En países tropicales como Filipinas y Colombia crece en las riberas de los ríos. Pero aquí no sabían cómo procesarlo. Les enseñamos a recolectar y a montar plantas de tratamiento para nosotros comprarles esa planta a los campesinos. De esta forma se genera una economía circular, pues las plantas están cerca de los proyectos. También capacitamos a los carpinteros en la construcción con este sistema, y ellos empezaron a montar sus propios emprendimientos. En Mindanao, una zona de conflicto con guerrillas, se sembró bambú hace décadas y justo en esa región empezaremos un proyecto de vivienda sostenible en el marco de su acuerdo de paz.
SEMANA: Es decir que no hace falta una producción industrial para que sea rentable...
L.F.L.: No. De hecho, las casas son entre 15 y 20 por ciento más baratas que las de acero. Y en Colombia existe una industria de producción de bambú, por lo que es más barata. En un barrio de 80 casas de bahareque que hicimos tras el terremoto de Armenia, fueron 25 por ciento más económicas. Es decir, se podría hacer una casa 25 por ciento más grande con el mismo subsidio del Gobierno.
SEMANA: ¿Por qué no se impulsa este sistema en Colombia?
L.F.L.: Colombia es potencia mundial en las estructuras y construcción con bambú. El arquitecto Simón Vélez lo hizo famoso internacionalmente, hay muchas personas investigando y exportamos expertos a todo el mundo. Se hicieron algunos proyectos en la reconstrucción de Armenia, pero después prácticamente nada. Ahí está la paradoja: tenemos todo el conocimiento y el Sena que capacita a los obreros en construcción con bambú, pero no tenemos planes de vivienda. En parte se debe al estigma de que es el material de los pobres, pero también ha faltado una visión política para promover estos sistemas más sostenibles.
SEMANA: En marzo pasado, la ONU declaró que 1,8 billones de personas viven en condiciones deplorables o no tienen casa. ¿Cómo pueden estos nuevos sistemas contribuir a solucionar el déficit global de vivienda?
L.F.L.: El déficit de vivienda está concentrado en las zonas tropicales. Y ahí es donde hay más bambú. Sería una forma de generar soluciones de autoconstrucción, sin depender tanto del Estado y de la industria. Hace 60 años, todas las viviendas rurales del Eje Cafetero se construían con lo que estaba alrededor de la finca. Igualmente, si en vez de traer varillas de acero de China se usara bambú, aunque fuera solo en algunas partes de la casa, se reduciría la huella ambiental.
*Periodista de Especiales Regionales de SEMANA.
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