Por Mariana Lessa*
El año 2020, a causa de la pandemia del covid-19, significó para gran parte del mundo tener que resguardarse en sus casas, convirtiéndolas en lugares no solo para dormir sino también para trabajar, estudiar, hacer ejercicio y un sinfín de actividades más, generando así un gran cuestionamiento sobre qué tan importante es el lugar en el que se habita.
Por otro lado, tendencias globales como el acelerado crecimiento de la población urbana, la escasez de suelo bien ubicado, con equipamientos próximos, y la cada vez más complicada tarea de poder proveer servicios públicos, han resultado en el incremento del costo de vida y del valor del suelo, así como en la disminución del espacio mínimo habitable en las viviendas.
Una muestra de ello es la situación del estado de California, Estados Unidos, en donde la crisis de vivienda y la dinámica inmobiliaria han llevado a que se generen habitaciones que acogen hasta diez cápsulas para dormir, cada una de tres metros cuadrados a un costo de 750 dólares por mes, teniendo que compartir otros espacios de la vivienda como los baños, la cocina y demás zonas comunes.
En el mercado de bienes raíces, las preferencias de usuarios por espacios bien ubicados, con ambientes variados de gran tamaño a bajo costo, termina siendo un escenario casi imposible. Por esta razón, a medida que va disminuyendo el poder adquisitivo de las personas, estas se ven obligadas a sacrificar aspectos como la localización o el espacio de sus viviendas.
Frente a esto han surgido soluciones que impactan y ayudan a mejorar algunos aspectos del hardware y software de las viviendas, además de permitir vislumbrar cuál puede ser el futuro de estas.
SISTEMAS DOMÓTICOS Y ARQUITECTURA SOSTENIBLE
Desde hace unas décadas, en el sector de la vivienda se viene hablando de los sistemas domóticos. El avance del Internet de las Cosas (IoT) ha permitido que se comiencen a interconectar los electrodomésticos y sistemas internos de las viviendas, logrando automatizar algunos de los procesos. Esto ha llevado a que sea habitual contar en nuestra vivienda con dispositivos controlables por voz o desde el teléfono móvil y, poco a poco, tener electrodomésticos inteligentes, como una cafetera conectada que nos prepara el café al levantarnos, camas que se tienden solas, persianas o sistemas de riego que detectan el clima y actúan en consecuencia, o sensores de movimiento que se activan únicamente cuando detectan alguna presencia.
La reducción del tamaño de las unidades residenciales se ha convertido en un gran reto para los arquitectos, quienes deben lograr diseñar espacios de calidad en áreas cada vez más pequeñas.
Para ello se han comenzado a implementar viviendas más sostenibles, inteligentes y adaptables a las necesidades de las personas, en las cuales un espacio logra suplir la función de dos o más, gracias a la creación de mobiliario adaptable que cumple su función al momento de necesitarlo y libera el espacio cuando se prescinde de él.
La creación de este tipo de mobiliario, junto con la implementación de complejos de vivienda con gran cantidad de amenities, ha permitido que en la actualidad se ofrezcan unidades residenciales de hasta 17 metros cuadrados. Por otro lado, fenómenos como el cambio climático y el alto consumo energético de las ciudades también han obligado a repensar la manera en la que se maneja el consumo de recursos en las viviendas. Para mitigar dicho impacto, se han adoptado medidas como el manejo y reciclaje de aguas generadas por las lluvias, la implementación de paneles solares o la utilización de corrientes de aire que ayudan a controlar aspectos como la temperatura de la vivienda.
En definitiva, es claro que los constantes cambios medioambientales y nuevas dinámicas urbanas seguirán modificando el desarrollo de las viviendas. Sin embargo, también es el momento de aprovechar los grandes avances tecnológicos con el fin de lograr proveer viviendas de calidad, que logren adaptarse a la nueva realidad.
*Gerente sénior de Real Estate para Marketplace, Región Andina Deloitte Spanish Latin America
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