Aracataca, Magdalena – Cien años de soledad (1967)
“En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz”. La novela más conocida y aclamada de García Márquez cuenta la historia de la familia Buendía, desde sus inicios con José Arcadio y Úrsula, hasta la muerte del último de la estirpe. La obra se ha convertido en un símbolo de la “colombianidad”, en especial el pueblo ficticio en el que se desarrolla la mayoría de la narración: Macondo. Este emblemático lugar fue inspirado en Aracataca, en Magdalena, que vio nacer al nobel. Hoy, la imagen de Macondo es asociada de inmediato con este diminuto pueblo al que viajan los turistas, colombianos y de afuera, que esperan encontrar en sus calles y rincones las historias que leyeron alguna vez y a sus protagonistas. Cartagena, Bolívar – Del amor y otros demonios (1994)
“Desde el cerro de San Lázaro veían por el oriente las ciénagas fatales, y por el occidente el enorme sol colorado que se hundía en el océano en llamas. Ella le preguntó qué había del otro lado del mar, y el le contestó: ‘El mundo’”. La ciudad amurallada sirvió de inspiración al nobel para ubicar muchos de sus relatos. Esta historia de amor condenado, entre una niña que creían poseída y el joven alumno del obispo encargado de exorcizarla, se desarrolla en su totalidad dentro de las paredes de Cartagena en el siglo XVIII. Antes de la demolición del convento de Santa Clara, uno de los escenarios del relato, García Márquez decidió visitarlo. Entre lo que presenció, vio como una larga cabellera se derramaba de una tumba. Según el nobel: “Mi abuela me contaba de niño la leyenda de una marquesita de doce años cuya cabellera le arrastraba como una cola de novia, que había muerto del mal de rabia por el mordisco de un perro […] la idea de que esa tumba pudiera ser suya fue mi noticia de aquel día, y el origen de este libro.” Barranquilla, Atlántico – El coronel no tiene quién le escriba (1961)
“Era un mediodía ardiente. La oficina resplandecía con la reverberación de la calle. Embotado por el calor, el coronel cerró los ojos involuntariamente y en seguida empezó a soñar con su mujer”. La imagen del retirado coronel, fanático de las peleas de gallos, esperando una pensión que no llegará jamás deja pasmado al lector de esta novela. Aunque, como en muchas de sus narraciones, García Márquez nunca afirma que los eventos de la novela toman lugar en algún lugar específico, sí afirmó que la novela nació de una imagen muy similar a esta: “El punto de partida de El coronel no tiene quien le escriba es la imagen de un hombre esperando una lancha en el mercado de Barranquilla. La esperaba con una especie de silenciosa zozobra. Años después yo me encontré en París esperando una carta, quizás un giro, con la misma angustia, me identifiqué con el recuerdo de aquel hombre.” La Mojana, Sucre – Crónica de una muerte anunciada (1981)
“Pero la plaza cubierta de baldosas hasta el atrio de la iglesia […] parecía un muladar de botellas vacías y toda clase de desperdicios de la parranda pública. Cuando Santiago Nasar salió de su casa, varias personas corrían hacia el puerto, apremiadas por los bramidos del buque.” En este relato, que reúne elementos del periodismo y de la narrativa, García Márquez cuenta la historia de un crimen que no inventó. Los personajes y hechos narrados en esta novela son basados en una noticia real que tomó lugar en 1951 cerca a La Mojana, Sucre. En ella, García Márquez narra la historia del asesinato de Santiago Nasar, a manos de los hermanos Vicario, después de que corre el rumor de que el joven se ha acostado con la hermana de ellos y le ha traído deshonra a la familia Vicario. La apropiación de la historia le trajo problemas legales al escritor cataquero, pues fue demandado por Miguel Reyes (o Bayardo San Román, el marido de Ángela Vicario) después de que el público descubriera su identidad. Bogotá, Cundinamarca – Noticia de un secuestro (1996)
“Eran las siete y cinco de la noche en Bogotá. Había oscurecido una hora antes, el Parque Nacional estaba mal iluminado y los árboles sin hojas tenían un perfil fantasmal contra el cielo turbio y triste, pero no había a la vista nada que temer.” Los elementos periodísticos abundan en este relato que narra el secuestro de varias figuras colombianas durante los años noventa, época en la cual reinaba el narcoterrorismo a manos de Pablo Escobar. El reportaje de García Márquez cuenta las historias del secuestro de personajes como Maruja Pachón de Villamizar, Diana Turbay y Francisco Santos, entre otros, que fueron tomados a la fuerza en distintos lugares de la ciudad con fines políticos y monetarios por el grupo Los Extraditables. Inscríbase al curso 'Leer a Gabo' aquí.