En Colombia, el aporte de las universidades ha sido fundamental en la recuperación del patrimonio cultural de nuestra Nación. Una de sus iniciativas pioneras, por ejemplo, la constituyó la creación de distintos centros de investigaciones en las universidades Javeriana, fundada en 1964; los Andes, en 1965; y la Nacional, en 1978. Desde ellos se empezó a configurar un primer archivo de los bienes patrimoniales de nuestro país con la recopilación de planos y documentación histórica. También estudios que permitieron avanzar en la identificación, valoración, conservación y protección de nuestro patrimonio arquitectónico y restauraciones que se adelantaron en varios lugares del país. En particular, y frente a la recuperación del centro histórico de Bogotá, merece la pena mencionar la restauración del llamado Campito por parte de la Universidad de los Andes. Por su parte, el Instituto de la Pontificia Universidad Javeriana participó en la restauración de la iglesia de Santo Domingo (entre 1978 y 1980), en Tunja; del claustro y basílica de Monguí (en 1978); y del templo doctrinero de Tópaga, que se sumaron a obras en las ciudades de Cartagena de Indias, Pasto, Pamplona, Popayán y Santa Marta. El Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional se ocupó de restaurar y mantener la Ciudad Universitaria y apoyó la rehabilitación de varias de las edificaciones que la componen y que están declaradas como patrimonio histórico en el ámbito nacional. Finalmente, es necesario referenciar el trabajo de algunas entidades universitarias por recuperar su legado construido, a pesar de no contar con un instituto de investigaciones estéticas. Entre los ejemplos de esta iniciativa universitaria se encuentran el proceso de recuperación del antiguo teatro Imperial en Pasto, liderado por la Universidad de Nariño; así como la restauración del claustro de Santo Domingo, en Tunja, a cargo de la Universidad Santo Tomás. Otro ejemplo es la restauración de la antigua estación del ferrocarril de Manizales por parte de la Universidad Autónoma. En esa misma ciudad, la Universidad Nacional recuperó la antigua estación del Cable Aéreo (entre los años de 1995 y 2012) y la torre Herveo. En Bogotá es destacable el trabajo de la Universidad Central, que recuperó los teatros Faenza, Bogotá y México. También del Colegio Mayor del Rosario, que en 2018 restauró su claustro en el centro tras elaborar un plan especial de manejo y protección de este inmueble para mejorar las condiciones de su entorno inmediato. También merece mención especial la Universidad Distrital por la adecuación del antiguo matadero como sede de su Biblioteca Central, en 2014. Una tarea semejante se propuso la Universidad Nacional, en Medellín, con la recuperación y conservación de los inmuebles pertenecientes a la antigua Escuela Nacional de Minas, diseñada y, en buena parte, construida por Pedro Nel Gómez; estos fueron declarados bienes de interés cultural de la Nación en 1994. Lo propio hizo la Universidad de Antioquia con proyectos como la restauración de la antigua Escuela de Derecho, en 2008, y de la Facultad de Medicina, en 2012. El rol de las instituciones de educación superior en la conservación del patrimonio arquitectónico ha sido en Colombia bastante concreto, y ha demostrado que, para enseñar el futuro, la educación le debe mucho al pasado. *Director de partrimonio del Ministerio de Cultura.