Las aulas rígidas en las que se dictan clases magistrales sin mucha interacción entre compañeros son cosa del pasado. También lo son los campus que no aprovechan sus espacios abiertos, que ofrecen sus cafeterías como puntos de encuentro, que se limitan a una cancha múltiple y en los que la biblioteca es el único lugar para trabajar fuera de los salones. Bien lo explica Juan Carlos Rivera, director de Bienestar Universitario del Politécnico Grancolombiano, cuando afirma que los campus son el segundo hogar de todo estudiante. Por lo cual, dice, es necesario generar espacios que impacten en su formación integral, que los hagan felices y que les ayuden a aprovechar al máximo sus habilidades blandas. “En otras palabras, que les ayuden a equilibrar la formación académica con su parte emocional y física”, explica Rivera. Eso es lo que hace el ‘Poli’ a través de su estrategia de infraestructura. Para Leonardo Gil, rector de la institución, la iniciativa se ha convertido en pilar fundamental de la universidad. “Hace parte de los planes de mejoramiento continuo que tenemos, donde se ha logrado el reforzamiento estructural de nuestras instalaciones, la reforestación de los cerros orientales con plantas nativas y la adecuación de salones con ayudas tecnológicas y sillas móviles para hacer del proceso de enseñanza-aprendizaje una experiencia grupal”, señala. Así mismo, destaca que la estrategia tiene dos importantes proyectos enfocados en el bienestar de los estudiantes de las modalidades presencial y virtual, más allá de las aulas de clase. “Acabamos de entregar a nuestros estudiantes en Medellín los nuevos espacios para promover el deporte y la cultura. Y en Bogotá estamos terminando de construir el City Campus, un edificio con los más altos estándares tecnológicos y arquitectónicos”, agrega. Raúl Ricardo Cortés, director de Infraestructura de la universidad, comenta que en ambos casos los proyectos tenían dos objetivos: por un lado crear espacios complementarios e integrales para la diversión y el esparcimiento y, por el otro, alinearlos con “un enfoque de educación flexible, donde haya ‘coworking’ direccionado hacia la interacción entre estudiantes de diferentes facultades y profesores”. Esto, para el caso de Medellín, significó una ampliación de 1.000 metros cuadrados con gimnasio, espacios de coworking, cafetería, cancha de fútbol-tenis, tenis de mesa y salas de televisión y videojuegos, así como espacios para hacer meditación, yoga y danza. “El objetivo es que el estudiante alimente su cuerpo y espíritu; que deje sus miedos, sus bloqueos y se integre en actividades donde el objetivo no es ganar sino participar”, añade. El City Campus de Bogotá, por su parte, es un edificio de siete pisos y 14.700 metros cuadrados completamente nuevo, ubicado en la calle 61 con carrera octava, concebido para que sea sostenible y amigable con el medioambiente. El proyecto, para el que se invirtieron cerca de 80.000 millones de pesos, está diseñado con parámetros de arquitectura bioclimática gracias a los cuales el 90 por ciento de la ventilación y gran parte de la iluminación es natural, lo que reduce el consumo de energía. Igualmente, cada salón cuenta con un sistema de monitoreo de CO2 que alerta cuando hay exceso del compuesto para abrir las ventanas; el edificio cuenta con un sistema de optimización de iluminación que aporta eficiencia energética y también reutiliza aguas lluvias y grises gracias a una planta de tratamiento. “Esto, además de cumplir con los requisitos que exige el US Green Building Council para la certificación LEED como edificio sostenible, ofrece las condiciones de iluminación, ventilación y temperatura ideales para un buen desarrollo académico”, explica Cortés. Este espacio ‘sin restricciones’, con paredes de cristal, tendrá 99 salones de clase, de coworking, así como salas con mobiliario lúdico, biblioteca y aulas multifuncionales. “La idea es que sea un lugar flexible, que se adapte a cualquier necesidad”, agrega Raúl Ricardo Cortés. Para Juan Camilo Pardo, vicerrector de Estrategia y Administración, los proyectos “son áreas dinámicas que se pueden adaptar a varias metodologías de aprendizaje y que involucran la lúdica como forma de enseñanza”. Así las cosas, concluye el rector Leonardo Gil, “la tarea es seguir evolucionando en la remodelación de los espacios en el campus principal para integrar a toda la comunidad universitaria”.