Aprender dejó de ser un ejercicio solitario en un aula, con un tablero al frente y unas sillas dispuestas para una cátedra. Hoy es un trabajo de equipos. Por eso, la tipología de salón larga, con una puerta al costado, está tendiendo a desaparecer por una más novedosa: varios frentes, muchas puertas y ventanas, tableros electrónicos, elementos flexibles y variantes que involucran más el juego con un proyecto cotidiano y cercano a resolver, que promueven la integración y la exploración, el intercambio temático y el interactuar de diferentes disciplinas. El tradicional pupitre fue desplazado, entonces, por uno activo y cambiante que permite diferentes disposiciones para la colaboración o el desarrollo de actividades. Las tecnologías y laboratorios, antes apartados, hoy integran el salón. Y los ambientes cocreativos, incubadoras de proyectos o FAB LABS están siendo protagonistas. Los corredores tampoco han sido ajenos a este cambio. Ya no solo son un sitio para recorrer. Aquí se da el encuentro casual y espontáneo para el aprendizaje informal. Su diseño dejó de pensarse para ir de un lugar al otro. Ahora llegan a todas partes y están dispuestos en diferentes direcciones. El famoso patio, antiguamente patio de silencio o de contemplación, es hoy el ágora. Un multiespacio, el escenario del deporte, de las banderas e himnos, de las ferias, el baile. En él hay que estar preparado para el ruido, la interrupción, la pausa y hasta el error. Pues en la investigación hay una búsqueda conjunta: no se recita un conocimiento dado por hecho. Encuentro de saberes La relación ciudad-campus también es distinta. Este dejó de ser un lugar cerrado, detrás de una reja o un muro, para convertirse en un sitio de encuentro ciudadano que permite la inclusión social. La plaza urbana, el salón múltiple abierto a la comunidad, los laboratorios que se usan como talleres para la gente del barrio, la tienda dispuesta hacia la calle, todo se comparte. Los campus son centros culturales con una vida más allá del horario académico que incluye las noches y los fines de semana. Sus proyectos con empresas o el Estado se volvieron cada vez más frecuentes, convirtiéndolos en sitios de intercambio de saberes que promueven la experimentación a todo nivel para resolver los problemas del entorno inmediato. Con todas estas transformaciones, la propuesta arquitectónica se vuelve difícil porque las edificaciones deben tener carácter y, a la vez, promover la flexibilidad en el tiempo, para que permanezcan vigentes en ese uso cotidiano y consigan adaptarse a las nuevas formas de evolución pedagógica. Dinamismo y organismo, retar y promover. Pero a su vez buscar diferentes tipos de lugares, los pequeños encuentros, el silencio, el contacto con la vegetación, los animales, el cielo. Lograr que gente de distintas edades y grupos poblacionales trencen su espacio e independencia también es hoy un desafío para la arquitectura. Le recomendamos: Así contribuyen las universidades a la conservación del patrimonio arquitectónico del país Construcción de ciudad En cuanto a los materiales, estos deben expresar cómo funciona el edificio, ser honestos con sus ensambles, mostrar su estructura y la disposición de sus sistemas, ductos y tubos. Tiene que ser evidente cómo se integran a la ciudad y al medioambiente. El edificio es ahora una herramienta de aprendizaje. Sus habitantes seguramente van a preguntarse de dónde viene la energía, adónde van los residuos, cómo se trata el agua, de qué manera se usan energías pasivas para el confort climático. Por eso adquieren relevancia la ventilación cruzada, la renovación del aire, la protección del sol para climas cálidos o su incorporación en los climas fríos. La modulación constructiva, el uso de materiales locales sobre los foráneos, el poco mantenimiento, la durabilidad. Estos espacios para la educación entendieron, hace un buen tiempo, que la ciudad era importante: dejaron de ser campus aislados y están en los centros, en la médula de las urbes. Se consolidaron en hitos que necesitan las estructuras urbanas, construyeron ciudad, atraen a las personas y están conectados literalmente con sus contextos. Son el protagonista antagónico que compite, por ejemplo, con el centro comercial cerrado. Finalmente se entendió que la educación es la clave del éxito para un país y sus ciudadanos. *Presidente de la Sociedad Colombiana de Arquitectos Bogota´ y Cundinamarca.