Desde el día de su nacimiento, en 2008, el robot Nao se dedica a salvar vidas. En la Fundación Cardioinfantil, por ejemplo, confían en él para que acompañe a sus pacientes en terapias de rehabilitación cardiaca. Así, gracias a su versatilidad, el solidario humanoide se convirtió en una herramienta pedagógica y de trabajo en distintos campos. Y se usa sin descanso a pesar de que una simple caída podría destrozar este prototipo de 21 millones de pesos que es imposible reparar en América Latina. Pero Nao –creado por un grupo de estudiantes de ingeniería biomédica y doctores de la fundación– no es el único autómata del país producto de lo que hacen las universidades en sus laboratorios. En 2016, la Escuela Colombiana de Ingeniería Julio Garavito inauguró su Bloque I, un edificio con 46 laboratorios dedicados a la investigación científica. Allí, la doctora en biomecánica, Marcela Múnera, desarrolló el proyecto Castor: un androide que soporta interacción física y es fácil de reparar. A este bloque se suma el recién inaugurado laboratorio de Estructuras y Materiales, fácilmente reconocible por un muro de 13 metros de altura capaz de simular sismos. Por su parte, la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA) también está estrenando laboratorios. Ahora todos están concentrados en un edificio con 22 espacios dedicados a la exploración. Y el pasado 9 de septiembre, la Universidad Distrital abrió las puertas de su primer Observatorio Astronómico, “dotado con un telescopio, una estación meteorológica y un espectrógrafo que permite observar las estrellas y determinar sus componentes”, explica Edilberto Suárez, coordinador de Laboratorios de Ingeniería Catastral y Geodesia de la Distrital. Con estos equipos la expectativa es conformar una red de astronomía junto a la Universidad Nacional y los Andes. Lea también: Elena Stashenko, una mujer de ciencia A estos nuevos espacios se suman, entre muchos otros, la clínica Los Cobos, de la Universidad El Bosque, el edificio de Laboratorios y el Bloque 11, de la Universidad Pontificia Bolivariana (que ya tiene 88 nuevos espacios de experimentación) y el edificio de ingenierías que está terminando la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Esta acelerada renovación de la infraestructura, especialmente dedicada a la ciencia y la investigación, habría sido imposible sin un aliado clave: Findeter, que a través del programa Reactiva Colombia facilita créditos con tasa compensada. “Esto es un apoyo importante para las universidades porque les permite tener ahorros que podrán ser invertidos en nuevas iniciativas”, explica Sandra Gómez, presidenta de Findeter. Bajo este mecanismo, entre el año 2009 y el 10 de septiembre de 2019 se han desembolsado 2,9 billones de pesos que facilitan ejecutar 189 proyectos de educación superior, tanto de instituciones públicas como privadas en todas las regiones del país. De esta forma, por ejemplo, la Universidad del Cauca logró terminar y dotar el edificio de la Facultad de Ciencias Contables y Administrativas, y la Universidad de Cartagena pudo destinar recursos a adecuar espacios y comprar equipos nuevos para sus laboratorios. Aunque estas son buenas noticias, los desafíos en Colombia para seguir promoviendo la investigación desde las aulas todavía son grandes. De acuerdo con el ranking Art-Sapiens 2018, durante 2017 se publicaron en el país 1.800 artículos científicos menos que en el año anterior. Adicionalmente, según el informe sobre la producción científica en revistas iberoamericanas de acceso abierto de redalyc.org, entre 2005 y 2011 Brasil duplicó a Colombia en este tipo de publicaciones. Si bien no es fácil medir el impacto inmediato de la apuesta de las universidades nacionales por renovar y construir nuevos laboratorios, mejorar su dotación y tecnificarlos, este cambio de mentalidad contribuye a que las empresas crean y apoyen los desarrollos y avances nacionales. Entretanto, proyectos de robótica asistencial como Castor o el carro eléctrico de dos puestos, creado en la Universidad Eafit, que quedó en cuarto lugar en la carrera ILumen European Solar Challenge 2018, demuestran que la ciencia por lo menos avanza hacia adelante. *Periodista.